Profecía autocumplida
Tardé varios días después de verla en el BAFICI 2013 en ponerme a escribir sobre esta película. Necesitaba tomar distancia para que me "decantara" internamente y poder encontrar así el tono justo. Conozco desde hace muchos tiempo a Hernán Guerschuny, colega de profesión y de "generación" (soy cuatro años más viejo que él). No somos amigos, pero siempre hubo (hay) respeto y buen trato mutuo. Sabía del tiempo y del esfuerzo que le había demandado concretar su ópera prima y que, para “colmo”, se trataba de la historia de un crítico de cine, con sus múltiples miserias intelectuales y afectivas, y eso me provocaba una inquietud adicional.
En principio, cabe establecer que -más allá de sus logros y carencias- El crítico es una película. Una que está bien narrada y actuada, de irreprochable acabado en todos los rubros técnicos. Al mismo tiempo, siento que le falta algo, que está demasiado atada a su guión "de hierro", que por momentos se queda a mitad de camino entre la negrura del relato inicial y la comedia romántica de la que tanto reniega el protagonista y que inevitablemente terminará viviendo.
El film arranca con la descripción del universo íntimo, bastante patético por cierto, de Víctor Téllez (Rafael Spregelburd), un crítico demasiado influido por la nouvelle vague (hasta sus pensamientos -en off- son en francés) que trabaja para un diario en el que le cambian los textos y vive sólo en un departamento que se viene abajo. Neurótico, malhumorado, huraño, cínico, prejuicioso y negador, Téllez es un antihéroe perfecto. Su vida cambia por completo cuando por casualidad conoce a una joven atractiva, impulsiva y avasallante (Dolores Fonzi en plan Amélie), que le moverá hasta los cimientos.
El Infierno tan temido, la profecía autocumplida... Lo cierto es que Téllez se verá inmerso en una historia a-lo-Cuando Harry conoció a Sally con todo el romance y hasta la cursilería de la que tanto solía renegar en sus sesudas críticas.
La primera parte -filmada en uno de los microcines al que solemos asistir y con la participación de críticos y agentes de prensa reales no sólo no me molestó sino que me pareció liviana. OK, está el cliché de aquel que se mete varias medialunas en el bolsillo, pero hasta me hubiese gustado enojarme, indignarme con alguna verdadera maldad por parte de Hernán. Y, ya en el terreno de la comedia romántica, la cosa también funciona parcialmente, aún con el simpático juego de acumular los lugares comunes más edulcorados del género (los fuegos artificiales, la corrida bajo la lluvia, la escena en el aeropuerto, etc.) y el encanto de Dolores Fonzi.
El modelo de Guerschuny parece ser el cine de Spike Jonze-Charlie Kaufman u otros títulos como Más extraño que la ficción. Si el resultado de esta "índie" argentina no es del todo convincente, al menos quedan sí unos cuantos pasajes inspirados y situaciones graciosas. Es una más que aceptable primera película, una muy digna carta de presentación. A Hernán podrán atacarlo de ahora en más por cualquier cosa, pero no podrán decirle que es un director frustrado.