De todas las películas dirigidas por críticos de cine -o, en el caso de Hernán, más periodista y analista que crítico, tomando en cuenta su labor al frente de la revista Haciendo Cine-, es la primera que se centra directamente en la profesión misma. Con una mirada a mitad de camino entre lo afectuoso y lo paródico, Guerschuny narra la vida de un crítico de cine (Rafael Spregelburd) fascinado con la nouvelle vague y el cine de autor europeo, con una vida solitaria y rutinaria, que se descubre fascinado por una chica (Dolores Fonzi) simpática y luminosa, cuyo estilo remeda, si se quiere, el de una comedia romántica o películas como AMELIE.
Las resistencias del crítico en cuestión son dobles: abandonar la “comodidad” de su amargura y arriesgarse a pegar un salto romántico de consecuencias imprevisibles y, a la vez, asumir la para él compleja situación de aceptarse, digamos, dentro de una comedia romántica con sus clichés y obviedades narrativas. La película, estéticamente, recorre ese camino genérico (el estilo cambia en función de la trama y del “tipo de película” que él vive) en un viaje personal y narrativo clásico, muy bien recorrido por un realizador que no parece estar haciendo su opera prima (y mucho menos venir del periodismo…)
Con cameos de figuras reconocidas de la crítica y del cine local (incluyendo al mismísimo director del BAFICI, Marcelo Panozzo, y su ex director, Quintín, entre muchos otros), EL CRITICO se transforma en una comedia humana que excede la figura del crítico y del mundo del cine, impulsando en ese movimiento del personaje que va de la soledad a la apertura emocional una idea mucho más universal y generosa: que hay cosas del mundo real que hay que experimentarlas y no sólo sentarse a analizarlas a la distancia…