Cuando crítico conoce a chica
El crítico tiene, como está claro desde el título, a un crítico como protagonista. El crítico es porteño, va a privadas en Vigo (microcine de la calle Ayacucho). En la primera función privada que se nos muestra - y también después- se ve a conocidos críticos del medio local. Es decir, es una película que interpela de forma bastante directa a quienes formamos parte de ese ambiente. Por otro lado, Víctor Tellez (Spregelburd) está hecho de frustraciones, mal humor, cinismo, más frustraciones, pedantería, endiosamiento de Godard, fetichismo, departamento en estado de caos y estrechez económica. El guionista, director y uno de los directores de la revista Haciendo Cine, Hernán Guerschuny, juega al estereotipo pero, en un primer movimiento inteligente, no llega a la caricatura en el personaje de Tellez. De esa forma, Tellez es un señor un tanto insoportable, pero a la vez es alguien con manías hasta simpáticas, un poco morettianas -el odio a la palabra pebete, por ejemplo- muy bien interpretado, con la sequedad justa y sin pegajosidad, por Spregelburd. Otro movimiento inteligente (y un gran chiste) es el de que sus pensamientos -con los que suma comentarios ácidos, también secos- sean en francés, y no en un francés paródico.
Otra buena idea es que ante la llegada de "la chica" -Dolores Fonzi, nada menos- el crítico empiece a sufrir la "forma fílmica" de las comedias románticas que suele detestar: el montaje de felicidad del comienzo de la relación, la canción que dice justo lo que está pasando, etc. Por un momento, esta película que mira a un crítico con conocimiento de causa (o a un estereotipo de crítico con un poco de malicia y algo de ternura) parece que además se va a convertir en una puesta en abismo del género sin dejar de interesarnos con la suerte de sus personajes. Y cuando está a punto de lograr esa grandeza doble y noble no se anima del todo, tal vez por seguir algunas de las reglas más irritantes de las peores comedias románticas: las revelaciones, los malos entendidos, las definiciones y las intensidades no solicitadas injertadas cerca del final.
Así, el relato se desequilibra en su último tercio, en uno de esos raros casos -más que raros en el cine argentino- de películas que lograron no solamente presentar los personajes con precisión, gracia y ritmo sino además plantear el conflicto con solidez. Y ahí, cuando tiene a los personajes con vida y las situaciones bien desplegadas, El crítico no se anima a convertirse en una película mayor. En ese último tramo intensifica lo más flojo -los compañeros de las funciones privadas, el director enojado- y se pone atolondrada: las escenas duran menos de lo que tienen que durar (extraño defecto) y termina de forma un tanto insatisfactoria, abrupta. Por eso la sensación inmediatamente después de verla es la de una gran oportunidad desperdiciada. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, los protagonistas se quedan con nosotros, los recordamos, hasta tenemos ganas de volver a encontrarlos, o de verlos volver a encontrarse. Porque, como todos sabemos, también los críticos (o sobre todo los críticos), la comedia romántica es uno de los géneros a los que más volvemos, aunque esta película le haga decir a Tellez que la odia.