Terrorista del gusto
Jay Sherman, para aquellos que no lo conozcan, era el protagonista de una serie animada que transmitía HBO hace unos cuantos años ya. Una serie producida por los creadores de Los Simpsons y cuyo eje giraba alrededor de la vida y la actividad laboral de este muchacho. La serie se llamaba, justamente, El Crítico. Y versaba sobre un crítico de cine malhumorado, cínico, mala leche, divorciado y con una hija adolescente, una hermana más joven y sus padres adoptivos. Cada capítulo contaba con una versión paródica de alguna película clásica o de estreno reciente. Jay Sherman era un tipo especial, con un carácter complicado (cuando no jodido), difícil de complacer y con constantes roces con personalidades de la industria cinematográfica. De la serie se desprendía la idea de que muchos de los reparos y críticas que Jay Sherman le hacía a las películas derivaban, en realidad, de sus complicaciones personales, de sus inseguridades y manías casi patológicas.
La ópera prima de Hernán Guerschuny (redactor y editor de la revista especializada Haciendo Cine) se hace eco de las características de la serie norteamericana para construir a su personaje, Víctor Tellez (Rafael Spregelburd, cada vez más consolidado como actor de cine), un crítico vernáculo que lucha contra su soledad acumulando bártulos y porquerías varias en su departamento diminuto, discutiendo a diario con una sobrina amante de las películas de género (Tellez solamente gusta del cine de autor y, especialmente, de la nouvelle vague –incluso sus pensamientos, en un acertado recurso, son en francés-), lidiando con una ex novia, yendo a funciones privadas de prensa, a la redacción del diario para el que escribe y no mucho más. Y toda esa vida gris y escéptica se pondrá patas para arriba cuando conozca a Sofía (Dolores Fonzi), una joven algo alocada y afrancesada (Amelié style), cleptómana y con un acento bastante curioso. Tellez, que odia los clichés del cine de género, se verá sumergido cada vez más en todos y cada uno de los lugares comunes de la comedia romántica (en una puesta en abismo bastante interesante, muy influenciada por Charlie Kauffmann).
Ahora, a diferencia de la serie animada, El Crítico no termina de funcionar en esta cruza de géneros. La película intenta ser ácida y punzante en su primera mitad para luego convertirse en una comedia romántica hecha y derecha, sin terminar de jugársela a fondo por el género. No funciona porque no termina de cuajar la química entre la pareja protagonista, porque la atención se diluye en subtramas poco atractivas (el director acosador y acomplejado; la sobrina que, en un primer momento, parecía ser un interés romántico y luego deviene en personaje dramático), porque muchos remates no tienen el timing necesarios para ser lo suficientemente graciosos. Y, finalmente, porque el chiste de la primera parte de la película es un chiste para entendidos, o para conocedores del ambiente de la crítica cinematográfica local, y esto es algo imperdonable dentro una comedia de género que, por lo general, suelen ser lo más inclusivas posibles.
Habiendo dicho todo esto, la película no es necesariamente mala, porque los personajes están construidos de forma sólida (al menos Fonzi y Spregelburd) y por separado funcionan bien; algunos secundarios son simpáticos (sobre todo los críticos que acompañan a Tellez post-privadas) y varias situaciones están planteadas de forma original. El balance al que llegamos es que, a veces, la suma de las partes no da un producto acabado, pero eso no impide el disfrute. Y, sabiendo que esta crítica no es del todo favorable, casi que podemos escuchar a Tellez detectando todos los mecanismos y lugares comunes de quien escribe. No siempre se puede salir ganando. Ni filmando ni escribiendo.