El crítico, una parodia romántica
Realizar una crítica a una película que se titula “El crítico” y que encima está dirigida y guionada por otro crítico –Hernán Guerschuny, director de la revista Haciendo Cine-, es sin dudas un ejercicio reflexivo, autorreferencial y casi riesgoso. Y más aún si se tiene en cuenta que una de las cosas tematizadas por el film es el rol del crítico en la sociedad, su presunta superioridad intelectual para sentenciar si un determinado producto es una obra de arte o no.
Da la sensación de que para obtener credibilidad y, por ende, autoridad, el crítico debe emplear determinados mecanismos para hacer pasar su opinión como un hecho verdadero –quizás, mucho del poder del periodismo se juega en eso, en la credibilidad-. Sin embargo, ¿Vale la pena ese esfuerzo? ¿Cuál es el criterio “correcto” para juzgar la calidad de una película? ¿Importa más si un guión está bien hecho o la sensación de satisfacción con la que uno sale del cine, más allá de cualquier pericia técnico-artística?
Y es allí en donde “El Crítico” acierta, recuperando un aspecto elemental –y por elemental, muchas veces olvidado- de la experiencia cinematográfica: ese espíritu de disfrute desprovisto de cualquier tipo de frialdad analítica o distancia crítica, el goce primitivo frente a la pantalla.
Víctor Téllez, interpretado por un fantástico Rafael Spregelburd, es el protagonista excluyente de este film, aunque está muy bien acompañado por Dolores Fonzi. Téllez es un reputado crítico de cine que vive amargado y desilusionado en un departamento que se cae a pedazos. Está convencido de que el “buen cine” murió hace tiempo y asiste a las funciones de prensa resignado, sin ninguna expectativa de encontrar algo que lo emocione. Culto, intelectual, pequeño burgués, cínico, pedante y elitista, este singular personaje aniquila con su pluma casi todo lo que ve, en especial las comedias románticas -el género que más odia-, por ser un compendio de lugares comunes superficiales e inverosímiles.
Sin embargo, Téllez conoce a Sofía, una persona muy diferente a él –“unidimensional”, diría- que lo cautiva y lo enamora. Pronto, su vida se trastoca y se ve envuelto en todas esas situaciones de las películas que tanto odia: el beso bajo la luna llena, encuentros azarosos demasiado perfectos, la corrida bajo la lluvia, etc. En esos momentos, Téllez se da cuenta de que su vida misma se ha transformado en una comedia romántica.
Con escenas muy divertidas y un humor muy agudo, Hernán Guerschuny condensa en Víctor Téllez una serie de estereotipos sobre el intelectual burgués clasemediero pero sin ridiculizarlo. Trabajando en un registro autorreferencial, El Crítico se convierte en una amable parodia de sí mismo en donde, de alguna manera, se reivindica aquello que su protagonista tanto odia.
Es que el Crítico es, de hecho, una comedia romántica, pero con el agregado de que Téllez, poseedor de un saber “superior”, es consciente de los clises que va atravesando, y eso lo desconcierta y lo desespera.
Inteligente, graciosa, refrescante y original, en su primera semana y media de taquilla El Crítico ya superó los 21.000 espectadores.
Por Juan Ventura