Pasa en las películas, pasa en la vida. El slogan de TNT le cae como anillo al dedo a Víctor Téllez, que no puede dejar de ver el mundo a través de sus ojos de crítico. Si el Harold Crick de “Más extraño de la ficción” escuchaba una voz que narraba sus acciones y buscaba ayuda profesional para elucidar si era el personaje de una comedia o de una tragedia, nuestro Víctor, afectado irreversiblemente por la nouvelle vague directamente piensa en francés y no vacila a la hora de definir que está encerrado en una comedia romántica. Es que, por una de esas vueltas tan cinematográficamente construidas de la vida, conoce a Dolores Fonzi. Y se enamora, muy a su pesar, porque es conciente de que tanto sus actos como sus sentimientos llevan consigo la maldición del cliché. Por eso la besa bajo la luz de la luna y atraviesa la ciudad para ir a buscarla bajo una copiosa lluvia. Por eso sus amigos son esos personajes secundarios algo bizarros y queribles que condimentan cualquier culebrón barato. Por eso empieza a ver escenas en cámara lenta y sí, también, en blanco y negro.
Nadie puede tildar a la ópera prima de Hernán Guerschuny de convencional. Se agradece que la cartelera nacional arroje títulos que busquen romper el molde. Pero al director le pasa con “El crítico” lo mismo que a Sofía Coppola con “The Bling Ring”. Si la fascinación de la autora por sus personajes terminaba por dotar a su obra de una densa liviandad, el regodeo en el artificio por parte del director de la revista Haciendo Cine se traduce en un automatismo demasiado calculado. “Menos butaca y más ejercicio” le dice Marta a Víctor en una de las primeras escenas del film. Lo que le falta al personaje es lo que la película necesita: vitalidad.