Lugares no tan comunes
El crítico, ópera prima de Hernán Guerschuny, es un film que ve de manera reflexiva al cine de género y mira con inteligencia y algo de ironía al cine en general y a quienes nos apasionamos por el séptimo arte y procuramos volcar esa pasión en la crítica de las obras cinematográficas, con nuestras miserias intelectuales, gustos antojadizos y las imperfecciones habituales de todo aquel que indaga desde la sensibilidad o la racionalidad más pura aquello que lo conmueve o lo exaspera.
Hay dos historias de amor que se yuxtaponen en esta trama –palabra muy usada por quien escribe y algunos críticos- que mezcla a conciencia los elementos de género desde el thriller a la comedia romántica, pasando por el melodrama íntimo y tensan los resortes de las fórmulas y los lugares comunes para construir artificiosamente un verosímil sólido.
El riesgo de someterse al reducido código y los guiños solamente dirigidos a una minoría afín a los ámbitos en los que circulan la mayoría de los críticos –aquí aparecen por ejemplo Quintín y Leonardo D´Esposito-, léase privadas de prensa en un microcine y charlas en los cafés al término de las proyecciones, es superado porque la estructura narrativa propone un juego que tiene como eje la pesadilla personal del protagonista, Víctor Téllez (Rafael Spregelburd), quien se ve de pronto atrapado en un género que se encarga en defenestrar desde sus críticas para un diario en el que no se encuentra nada cómodo pero que le supone un ingreso para sobrevivir.
Si bien las costuras de un guión muy atento al detalle y a la construcción del verosímil y de los personajes se notan en demasía, ese reflejo del artificio no malogra la historia y mucho menos el ritmo sostenido para el avance progresivo y no forzado de las situaciones y los conflictos de cada personaje como por ejemplo el de la sobrina de Víctor que juega en este caso la carta generacional para marcar diferencias de gustos y de apetitos cinematográficos, pero también para encontrar el efecto espejo deformado en relación a las relaciones amorosas o los vacíos emocionales que ni siquiera llenan esas películas cursis que a ella tanto le gustan.
El otro acierto, además de los guiños cinéfilos y la utilización de arquetipos para evitar estereotipos, es sin lugar a dudas la presencia de la magnética y fotogénica Dolores Fonzi, personaje del cual es imposible no enamorarse por esa mezcla de fragilidad y temperamento que emana con absoluta naturalidad cada vez que se pone en la piel de una mujer enigmática como la de esta película. Interés amoroso pero además personaje tridimensional que complementa la fórmula para que funcione una comedia romántica por transmitir esa sensación de química con Spregelburd, en otro rol para el aplauso y en misión Jay Sherman (dibujo animado de un crítico cinematográfico igual de apático y hosco como Víctor).
Decía al comienzo de este texto que El crítico acobijaba dos historias de amor, la de Víctor con la chica que todos soñamos luego de haber visto Cuando Harry conoció a Sally o de enamorarnos de alguna heroína de la Nouvelle Vague y la del propio crítico ahora devenido director Hernán Guerschuny con el séptimo arte y las películas que hacen que uno ame esta vocación, aunque no pueda despojarse del mote de director de cine frustrado.