Un dilema entre el deber y la pasión
El actor-director Mathieu Amalric toma como referencia la novela "La habitación azul", del famoso escritor belga de ficciones policíacas George Simenon, para construir un thriller donde convive un tono sensual, frio y fatalista que guarda innegables semejanzas con el cine de Chabrol.
Un hombre y una mujer en una habitación de hotel, en una relación secreta, dan comienzo a un thriller romántico atravesado por los aires del clásico film noir, donde no falta la femme fatale, un caso policial, un presunto culpable, un amor imposible y una rigurosa reconstrucción de los hechos.
Desde su aspecto cuadrado -rodada en formato 1:1.33-, la música como principal vehículo de evocación y la maravillosa fotografía que le imprime un tono frío que perturba, Amalric va construyendo el relato mediante flasbacks entre los interrogatorios judiciales del presunto asesino y la rutinaria reconstrucción de los hechos, haciendo hincapié en los detalles -Un labio mordido, una toalla en el balcón o una caja con dulces, entre otros.- y centrándose más en el móvil psicológico de los personajes.
Desde la mirada de un acorralado y misterioso Julien, interpretado a la perfección por el propio Amalric, que ha sido víctima de su deseos encontrados y preso de las garras de la femme fatale, el relato va soltando la información, breve, pausada y mordazmente reconstruyendo los acontecimientos hasta un desenlace que invita a revisar los detalles para reajustar nuestro propio final.
Mathieu Amalric llena de contrastes su acorralado personaje provocando nuestra duda, mientras que el obsesivo perfil de Esther, interpretada por Stéphanie Cléau, cumple todos los requisitos de astuta femme fatale obsesionada por el sueño de una vida nueva.
Cimentado en una estética y formalismo característico del film noir y con un halo de misterio que se sostiene hasta el final, El cuarto azul rescata aquella visión del policial en el que los crímenes más extraordinarios pueden surgir de la rutina más cotidiana y trivial.