Recordar la fantasía
Esta pequeña y potente trama de misterio de Mathieu Amalric pone en juego los recursos del relato cinematográfico en toda su esencia. Una pequeña pieza de relojería –dura 75 minutos- que atará cabos mediante detalles, signos visuales y demás vueltas de la trama.
El cuarto azul (La chambre bleue, 2014) se centra en un cuarto de Hôtel des Voyageurs donde Julien (Mathieu Amalric) y su amante (Léa Drucker) mantienen una fogosa relación a diario. Aquello que sucede en esa habitación excede lo racional: la exaltación domina el momento. Los encuentros se disuelven, Julien vuelve con su familia y recibe cartas con extraños mensajes ¿Qué sucedió en entre esas paredes? La trama policial se adueña de la escena y subvierte los límites legales.
Amalric dirige luego de Tournèe (2010), esta película que supo participar en el último Festival de Cannes, pasando por nuestro Mar del Plata, cómo el film de género bien desarrollado y mejor articulado del evento. En todo policial los elementos de la puesta en escena son claves para derivar la trama hacia otros destinos y el director, que supo ser villano de James Bond en Quantum of Solace (2008), maneja los hilos con maestría.
En la estructura del género como en la película, el flashback es la forma narrativa para explicar los sucesos acontecidos que procedieron al crimen. Amalric enlaza con elementos visuales y sonoros ambos tiempos, presente y pasado, para explorar la memoria racional atravesada por un profundo estado emocional, como lo es la intensa relación de los personajes. En ese juego indaga acerca del sentido del cuarto ¿espacio de liberación o de encierro? ¿La pasión libera o presiona al sujeto que la experimenta?
El cuarto azul no será una obra que trascienda en la historia, pero exige la concentración y el deleite del espectador por los oscuros deseos que el amor y la pasión llevados al extremo, puedan generar.