Mathieu Amalric demostró ser tan buen director como actor. En su tercera película, El Cuarto Azul (La Chambre Bleue), expone una maestría en ambos lados de la cámara para narrar un thriller puramente carnal.
Almaric, tomó el desafío de llevar a la pantalla grande una obra de Georges Simenon, escritor destacado del realismo poético francés. Una de las características de esta corriente literaria es la denominación “Amor Fou” que se centra en un amor breve y pasional entre dos amantes. Otra de las particularidades es que, la pareja en cuestión o el protagonista, no concluye en un desenlace heroico sino en un final trágico de alguno de ellos. Y respetando estos parámetros, el director de Tournée, lo muestra en su film.
Julien (Almaric) y Esther (Stéphanie Cléau) eran compañeros del colegio. Él nunca se fijó en ella pero después de muchos años se reencuentran. Ellos tienen su propia vida pero el deseo y el placer que sienten por el otro los lleva a refugiarse en un cuarto azul de un hotel para desgarrarse el cuerpo y saciar su fuego interior. Cuando la muerte interfiere entre sus arrebatos amorosos, ya es tarde para esconder lo vivido.
Julien es acusado, las pruebas que pueden ayudarlo para evitar su culpabilidad fueron destruidas. Sus acciones se contraponen con los dichos de su amante, solo fragmentos sueltos desde ambos lados de la historia.
Mathieu Amalric deslumbra como director con un thriller pasional.
Para lograr una intensidad más atrapante, Amalric presenta la narración de manera no cronológica, mezclando el pasado y presente, repitiendo escenas de atrás para adelante y viceversa, o simplemente cambiando el off lo cual representa una nueva versión de los hechos. Una mirada distinta sustentados en planos corridos de eje, sutiles desviaciones para un relato breve y conciso.
Un engranaje pulido, consistente, que no cae en la simple repetición o en resoluciones de fácil conclusión. El Cuarto Azul, es una máquina perfecta donde cada pieza encastra en su justa medida y nada de lo que está en la puesta escénica se encuentra al azar. Desde los gestos, miradas y planos ayudan a la construcción silenciosa de un relato intenso y oscuro.