Hitchcock según Amalric.
El director de la provocativa Tournée se aferró a este proyecto personal que surgió a partir de la novela del belga Georges Simenon y el cine del maestro del suspenso. Estamos ante un film minimalista, cuyos primeros planos remiten a una sensación de encierro, pasión y desconcierto dentro del denominado “cuarto azul” al que hace referencia el título.
El cine de Amalric como director viene de la mano del Amalric actor. El ego tiene un importante lugar en sus interpretaciones bajo esta dupla laboral. Sus protagónicos son hechos a medida, no derivan en esfuerzos actorales extremos ni lo dejan mal parado. Amalric es el dueño del circo.
El cuarto azul es aquel que sirve como espacio para los encuentros extramatrimoniales de ambos protagonistas, Julien y Esther. Compañeros de colegio, desatan algo que no consumaron en su pasado y de lo que carecen con sus respectivas parejas: una pasión descontrolada. La trama se intensifica al cambiar el eje hacia el género policial. Así el film muta desde el desarrollo de una convencional historia de amor hacia un sinfín de interrogatorios sobre un misterioso asesinato.
Por ser promocionada como un thriller erótico, El Cuarto Azul mínimamente debería tener una escena de sexo comprometida para respetar dicha clasificación. Por el contrario, apenas cuenta con un desnudo frontal de Amalric que no lo beneficia mucho y la escena inicial con muchos planos cortos recorriendo el cuerpo de los amantes. En la búsqueda por identificarse con el cine del maestro del suspenso, Amalric ni siquiera lo logra con la utilización musical de una banda sonora con reminiscencias inmediatas a trabajos de Bernard Herrmann, compositor fetiche de Alfred Hitchcock.