El cuarto de Leo

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Lo primero que hay que decir de “El cuarto de Leo” es que no es una película más. Es una coproducción rioplatense, pero su corazón es uruguayo. Y de hecho, es una cinta que habla de la elección sexual por el mismo género, lo cual ha conmovido un poco las opiniones en su tierra, por ser la primera que lo “nombra” allí. Es dirigida, además, por un crítico de cine, Enrique Buchino, colega prestigioso de la vecina orilla, así que elementos para hacerla singular tiene, a priori.
Esta es una película que habla de la angustia y la desorientación típica de alguien, a punto de tomar decisiones de peso en su vida. Sea cual sea, viendo a Leo (Martín Rodríguez), siempre nos sentimos identificados con su duda, sus ansiedades, miedos y tiempos para abordar las decisiones que necesita tomar.
Leo no la pasa bien. Desde el inicio, sabemos que algo le hace ruido. A ver, el protagonista vive, como ya dijimos, una situación de crisis. Se ve en su cuarto, donde las paredes muestran algo de eso, hay mucho desorden (interno y externo) y falta de cuidado en los elementos que lo habitan. El es conciente de esto y busca ayuda por todos los medios para encontrar respuesta a los problemas que siente centrales… su relación con las mujeres… y tal vez algo más. Dentro de ese movimiento que produce, aparecerá Caro (Cecilia Cósero), una vieja amiga de la infancia, que viene atravesando un momento traumático y le ofrece una oreja y brazos para sostenerlo en la coyuntura, cosa que Leo aceptará como punto de partida para resolver cómo canalizar su deseo hacia otro, nuevo.
La cinta se toma sus tiempos para avanzar. Hay una construcción casi teatral de la progresión que puede sentirse forzada a veces. De a ratos hay un avance precipitado (con la ruptura de su novia) y por otras el film parece languidecer peligrosamente (las sesiones de terapia), lo cierto es que Leo saldrá del closet (si, no es spoiler, es el leivmotiv de la película!) y este posicionamiento es lo medular del relato.
En sí, no sentí que la propuesta conmoviera. Quizás la manera en que Rodríguez construye a su personaje no generó la energía vital necesaria para convencerme. Es decir, intelectualmente el conflicto está bien presentado, ahora, el recorrido no tiene la intensidad necesaria. Más, para ser una iniciación. Demasiado silencio, mucha reflexión pretenciosa… Es un poco árida para el espectador corriente, hay que advertirlo…
Los aspectos técnicos están acordes a las posibilidades que ofrece hoy el cine independiente y hay algunos secundarios interesantes, (Arturo Goetz, por ejemplo), pero el film no termina por redondear el equilibrio necesario para ser considerada una buena película. Si, un intento válido por abordar un tema al que muchos no se le animan. Seguramente eso es lo más valioso de este cuarto de Leo…