En una alejada y enorme casona, viven su retiro una diva del cine argentino, su marido, el director que la tenia de fetiche y el guionista de cabecera de este último. Todo se complica cuando al lugar llegan de casualidad dos fans, que a la vez trabajan en una empresa de compra y venta de inmuebles. Viejas riñas, pases de factura y estrategias casi de ajedrez, empezarán a sucederse en esta bizarra comedia.
El cuento de las comadrejas está basada en el film Los muchachos de antes no usaban arsénico, película que este redactor no vio, y por ende, la review se limitará a hablar de la cinta que nos compete y ya. Una vez aclarado esto, comencemos.
El mayor mérito que tiene El cuento de las comadrejas, es el saber utilizar a su elenco en roles que les caen como anillo al dedo. Por ejemplo, nadie podría imaginarse a otra actriz en el rol de Mara Ordaz que no sea Graciela Borges; y lo mismo podríamos decir del resto del casting.
Lo mismo que la dirección de Juan José Campanella, quien a través de su cámara, logra hacer que la enorme casona donde pasa el 90% de la película, termine siendo un personaje más. Por momentos fría y abierta, por otros claustrofóbica y opresora; sin dudas estamos ante un claro ejemplo de cómo saber utilizar una locación.
Pero, así como Campanella es parte de lo positivo, también es de lo negativo. Todos sabemos lo buen director que es, y que muchos actores dieron sus mejores interpretaciones bajo la tutela del realizador argentino. Por eso sorprende la pésima dirección de actores que tiene El cuento de las comadrejas en más de un momento.
Así como leyeron. El mayor defecto de esta película, radica en la dirección de actores. En más de una ocasión pareciera que se filmó el ensayo en la locación, y no el corte final elegido para el film. Da la sensación de que los intérpretes están recitando de memoria, más que hablando como gente normal que se responde de forma ácida. Y si bien esto se hace más evidente al inicio; para el tramo final el daño ya estaba hecho, y no podemos olvidar lo incómodos y raros que nos sentimos viendo en pantalla dichas escenas.
Es por esta razón, que El cuento de las comadrejas no termina de ser esa película tan redonda que uno suponía que podría ser, teniendo el elenco y el director que posee. Pese a buenos gags y unas actuaciones impecables, lo forzado de la mayoría de los diálogos le quita cualquier ápice de verosimilitud que podía tener; dándole más un tono de parodia que el de la comedia negra que se quería hacer.