Después de haber realizado “El Secreto de sus Ojos” (2009), ganado un Oscar como Mejor Película Extranjera, incursionado en el género de animación con “Metegol” (2013) y transitar su carrera por series de televisión como “El Hombre de tu Vida” (2011) o “Entre Caníbales” (2015), Juan José Campanella regresa al cine con una película bastante particular. Se trata de una remake de “Los muchachos de antes no usaban arsénico” (1976) de José Martínez Suárez, un film que en su momento no tuvo el reconocimiento suficiente pero que sí supo satisfacer a los más cinéfilos con esta historia cínica y oscura.
Campanella retoma la trama original para dirigir y escribir junto a Darren Kloomok “El Cuento de la Comadreja”, una película que se centra en Mara Ordaz (Graciela Borges), una mujer que fue una estrella de cine en su época dorada, pero el olvido del público la obligó a recluirse en una casona alejada de la ciudad junto a su esposo Pedro de Córdova (Luis Brandoni), que también fue actor, y sus amigos Norberto Imbert (Oscar Martínez), director, y Martín Saravia (Marcos Mundstock), guionista. A pesar de los años compartidos existen ciertos resquemores entre estos personajes que pasan sus días entre la lujuria y el ocio. Pero todo cambiará cuando una pareja de jóvenes llegue perdida a la casa, reconozca a la famosa actriz, y la convenza de volver a su profesión, incitándola a vender la casa.
A primera vista, y antes de adentrarnos en la película, nos encontramos con grandes expectativas. El regreso de Juan José Campanella a la pantalla grande, junto a la selección de un elenco de lujo, conformado por Graciela Borges, Oscar Martínez, Luis Brandoni y Marcos Mundstock, quienes encarnan a los personajes del mundo del cine, y la incorporación de Nicolás Francella y Clara Lago (actriz española pero que acá se encuentra realizando un acento argentino muy creíble) como la pareja joven. Pero, por suerte, no nos quedamos solo en anhelos, sino que el film cumple con creces a la hora de entregarnos una historia bien filmada, con diálogos ingeniosos e inteligentes e interpretaciones maravillosas por parte de los actores.
A diferencia de “Los muchachos de antes no usaban arsénico”, donde predominaba un tono más serio y oscuro, pero igual de cínico, “El Cuento de las Comadrejas” es una película de humor negro, ácido, que mezcla diálogos ocurrentes y divertidos con momentos más de tensión y suspenso. Si bien se mantiene la esencia de la cinta original, no es una copia de la misma, se cambian algunos detalles de los personajes y la trama, otorgándole una impronta más cinéfila e irónica. No existe mayor acción física dentro de la historia, sino que las idas y vueltas entre los personajes son los puntos más importantes del film, brindándole una importancia particular a sus interacciones y a la composición de los distintos roles, los cuales están muy bien delineados.
Como adelantábamos anteriormente, nos encontramos con un elenco de excelencia, que eleva al film por sobre la media. Sobre todo debemos centrarnos en la excelsa labor de Graciela Borges, que interpreta a esta mujer que supo ver tiempos mejores, pero que ahora el olvido y la tristeza la están carcomiendo. Principalmente teniendo en cuenta que vive en su casa como si fuera una extraña, con tres hombres que se la rebuscan para martirizarla de una forma más psicológica. La actriz está muy bien acompañada por este trío masculino, quienes demuestran su capacidad para la comedia negra, desplegando su talento no solo corporal sino también discursivo (sobre todo Mundstock a quien no solemos ver en este tipo de cintas y que significa una acertada incorporación). Nicolás Francella y Clara Lago otorgan, por un lado, frescura con su juventud, pero también el tono de misterio y tensión dentro del relato.
A partir de la interacción de los distintos personajes, se tratan también diversas temáticas. Por un lado se realiza un homenaje al cine nacional, a través de las distintas labores de todos aquellos que forman parte del mundo cinematográfico, tanto delante como detrás de cámara (guionistas, actores, directores), con guiños y referencias, y el reconocimiento del público como contrapunto. Y, por otro lado, se abordan aspectos como la diferencia generacional (vista en el enfrentamiento entre estos grupos diversos), el paso del tiempo, la vejez, la amistad de tantos años.
En cuanto a los aspectos técnicos, nos encontramos con una lograda dirección por parte de Campanella, quien por momentos nos ofrece unos cuadros con una perspectiva particular que sustentan al discurso narrativo. Asimismo, existe una ambientación que va en consonancia con la trama, con esa mansión aislada, pero que a la vez tiene vida propia con tantos recuerdos latentes y que genera que sus habitantes queden anclados al pasado. Casi todas las escenas se desarrollan en este espacio, con excepción de algunas pocas. Esto provoca, además, un clima sombrío y asfixiante. Con respecto a la música, la misma acompaña bien a la historia, con algunas melodías que insertan cierta ironía al argumento.
En síntesis, “El Cuento de las Comadrejas” es un muy buen regreso de Campanella al cine, quien aporta una historia ácida e ingeniosa devenida de un buen material original de base, a partir de diálogos inteligentes, un elenco excepcional que logra componer unos personajes ambiguos y ciertos giros narrativos que mantendrán atento al espectador que disfrutará de este relato de comedia negra y suspenso.