Cine de rapiña
Con películas como Tiro al blanco, Medianoche en el jardín del bien y del mal, ¿Quieres ser John Malkovich? y Alta fidelidad, John Cusack fue uno de mis actores favoritos de fines de los años '90 y comienzo del nuevo siglo/milenio. Sin embargo, en la última década su carrera empezó a desbarrancar hasta convertirse, casi, en una parodia de sí mismo, un intérprete afecto a... la afectación.
Aquí, en el papel del poeta Edgar Allan Poe, un hombre patético y alcohólico sumido en la miseria, que subsiste escribiendo textos amarillistas para un diario de mala muerte, parece seguirle los pasos a otro actor imposible que ha generado una suerte de veneración trash a fuerza de exageraciones y trabajos en cine clase B: Nicolas Cage.
El problema es que El cuervo no divierte -al menos no voluntariamente- y, como su nivel de ironía y humor negro no convence, al espectador no le queda otra que rendirse y seguir la sucesión de asesinatos a puro gore inspirados en distintos textos escritos por el propio Poe, quien resulta víctima de un fan psicópata que decide ponerlo a prueba a partir de circunstancias de su propia obra.
El cuervo es un film grasa y berreta, con una construcción de climas, suspenso y tensión que no tiene ningún material particularmente distintivo. Es como una casa prefabricada, edificada con elementos adquiridos en cualquier hipermercado de consumo masivo. A la falta de creatividad e ingenio se la puede combatir en parte con cierta osadía en la relectura paródica. Aquí, ni el director McTeigue (V de Venganza) ni un descentrado Cusack llegan a dar esa vuelta de tuerca como para hacer de este film menor al menos una experiencia disfrutable en plan delirante. Roger Corman, volvé...