Tomando como punto de partida las elucubraciones, teorías, y dudas nunca aclaradas sobre la muerte del gran escritor bostoniano, ocurrida el 07 de octubre de 1849, diez días antes de contraer matrimonio en segundas nupcias. Los días anteriores a ser encontrado en Baltimore son un misterio. Las causas esgrimidas van del delirium tremens, por efectos por el alcohol, sífilis, hasta el asesinato.
El film se posiciona en este desconocimiento para desarrollar una posible teoría al respecto. Interesante inicio, pero todo se desvanece como un castillo de naipes cuando el texto demuestra ser una simple y banal excusa para desarrollar un relato detectivesco más propicio de Sherlock Holmes que de uno de los más grandes maestros universales del cuento corto.
Una serie de asesinatos inexplicables duplicando e imitando los escritos de Poe, llevan al jefe de policía a recurrir al autor de esos textos para que lo ayude a atrapar al asesino serial. ¿Quién mejor que él para poder adentrase en la mente del homicida?
Se acabo Poe y su universo literario imaginativo, narrativo en el filme, sólo queda como muy rescatable la dirección de arte, la recreación de época, la fotografía que sí respeta el universo del autor, el aporte de la música para la creación de climas, por momentos muy yuxtapuestos a la imagen,. y un montaje clásico que va en desmedro del texto.
Sólo se dedica a recrear los asesinatos. Nada queda del detallismo, de la estructura del cuento corto, unidireccional, con una única línea argumental. En la realización aparecen varias subtramas que a medida que se desarrollan el texto se aleja cada más vez de la intención primaria. Termina siendo un catalogo de lugares comunes, con fórmulas extraídas de tantas otras películas en las que se los personajes se inscriben en el estilo, recuerdo, por ejemplo, de “Bajos Instintos” (1992), donde Sharon Stone es una escritora a la que también el asesino mata tomando como referente sus textos.
El director James Mc Teigue contaba en su haber con haber sido el realizador de “V de Venganza” (2005), filme más que interesante desde lo estético, narrativo y discursivo, que daba pie a cierta esperanza en relación a qué habrá hecho con Edgar Allan Poe, pero el problema no sólo está en la elección del diseño de producción, y del relato ya constituido, sino que el problema inicialmente se encuentra en un guión paupérrimo.
Por supuesto que desde lo estrictamente técnico la realización es inmaculado, al punto que uno puede olvidar sobre quién fue realmente el personaje principal. Se deja ver, aunque poco importe que el promediar la proyección resulte previsible el final.
De modo inversamente proporcional ocurre con la construcción que hace John Cusack encarnado al escritor. Al principio parece alejarse de la figura taciturna, tímida, pero finalmente nos convence que es quien dice ser, le da cuerpo, voz, mirada y alma a la mítica figura, lo que esta hablando de un gran trabajo actoral. En ese orden de calificación cabe destacar a quien aparece como su futuro suegro, el Capitán Hamilton (Brendan Gleason), el detective Fields (Luke Evans), y aportando sólo belleza y corrección interpretativa a quien personifica a la novia Emily Hamilton (Alice Eve).
Jorge Luis Borges y Rubén Darío, entre otros grandes, homenajearon a Poe con poemas o ensayos. En la cinematografía se encararon varios intentos de hacer lo mismo, pero ninguno destacable, al contrario muchos bastante fallidos. Esta producción también se suma a esa lista.