El director James Mc Teigue no es un novato en el medio. Ha dirigido V de Venganza y tiene un oficio de larga data como asistente de director en films como Dark City, la trilogía de Matrix y Star Wars episodio II. Con este curriculum en mano se hace cargo de El cuervo, donde John Cusack interpreta a Edgar Allan Poe, el célebre escritor romántico de principios del siglo XIX.
El film, que en EEUU duró tan sólo dos semanas en cartelera, tiene la ventaja de mezclar datos verídicos con la historia de ficción. En este sentido, es destacable el trabajo de Cusack como un héroe romántico que sufre por amor, que sigue su vocación pese a los nulos ingresos, y cuya pasión y tenacidad son el motor de todas sus acciones.
La trama toma como puntapié inicial su misteriosa muerte a la edad de 40 años e imagina las causas que llevaron a ese trágico desenlace. Una serie de asesinatos basados en sus cuentos de terror (como La máscara de la muerte roja o El pozo y el péndulo) hacen que el detective Fields (Luke Evans) le pida su asistencia para encontrar al asesino. Cada muerte lleva una serie de pistas que conducen a la siguiente víctima, pero como incentivo extra, el asesino secuestra a la amada de Poe, Emily Hamilton (Alice Eve).
Como en toda película del género policial, el espectador tiene la misma información que los personajes: se les van dando pistas (algunas falsas, otras ciertas) para que generen hipótesis que serán comprobadas o refutadas al final. Poe, Conan Doyle, Agatha Cristhie, todos los grandes autores de este tipo de cuentos y novelas sabe que el asesino debe ser alguien cercano al protagonista. La trampa consiste en que prácticamente todos los personajes pueden ser sospechosos bajo esa premisa.
El film se demora en la presentación del conflicto central en pos de explayarse en la caracterización de Poe, pero una vez que lo hace, genera buenos climas. Dos marcas del director que modernizan el relato: el uso de la tecnología para mostrar el recorrido de las balas y la música con estridentes guitarras eléctricas para marcar el ritmo de la acción. Sin llegar al manierismo de Guy Ritchie en las películas de Sherlock Holmes, Mc Teigue propone un entretenimiento que conjuga lo retro con lo contemporáneo.