Atrapante y por momentos hasta asfixiante es El cuidado de los otros, segundo largometraje de Mariano González (Los globos). Es un cuidado y laborioso estudio sobre la culpa, la lealtad, el azar o las vueltas de la vida, que le dicen, y has sobre la necesidad de sanar, de reparar lo herido o mal hecho.
Luisa (Sofía Gala Castiglione) es babysitter a tiempo partido. Cuando no cuida al pequeño Felipe trabaja en un taller de cerámica junto a su novio, Miguel (Mariano González, el realizador). Y un (mal) día, una mañana el chico se intoxica en su casa, su vida se pone en peligro de muerte y no por culpa de Luisa.
Hubo un descuido, alguien lo cometió y El cuidado de los otros trata casi todo el tiempo acerca de ello: cómo atender, preservar, defender a quienes amamos.
Porque en eso están todos los personajes: los padres de Felipe (Laura Paredes y Edgardo Castro), Luisa, el padre de ella.
La película, que compitió recientemente en el Festival de Mar del Plata, irá tomando diferentes rumbos cuando el asunto se empiece a poner más espeso, y las acciones judiciales entren a tallar.
Sofía Gala Castiglione lleva todo el peso del filme, y bien ha confiado el director en ello. La actriz ya ha demostrado en varias oportunidades (Alanis, tal vez, la mejor) que no le teme a los desafíos interpretativos y que es capaz de aprisionar al espectador con las mejores armas, para que el público sienta lo que le pasa a su personaje, en el corazón y por la mente.
Son solamente 68 los minutos que le toma a González contar esta historia, que por sabe conmover cuando debe, que intriga y que se sigue con los ojos fijos, clavados en Luisa, un personaje que ofrece tantos matices como cualquiera persona de la vida real.
Y lograr eso en el cine, se sabe, no es fácil.