Después de la buena repercusión de Los globos, Mariano González dirige y actúa en El cuidado de los otros, notable obra protagonizada por Sofía Gala Castiglione.
A veces, las circunstancias más pequeñas provocan las heridas más profundas. Luisa, la protagonista de El cuidado de los otros, trabaja part time, junto a su pareja, en una fábrica de souvenirs de cerámica y el resto del día se dedica a ser niñera. Un pequeño accidente doméstico provoca que el hijo de una pareja de clase media alta, al que Luisa cuidaba, termine en el hospital, y la responsabilidad caiga completamente sobre ella.
El nuevo film de Mariano González se nutre del nervio y la tensión que caracteriza al cine de los hermanos Dardenne: personajes de clase trabajadora deben enfrentar conflictos que los sobrepasan en lo profesional y trascienden al ámbito conyugal, poniendo en riesgo no sólo la relación laboral, sino también la intimidad.
González sigue a su protagonista con la cámara al hombro en forma constante, captando cada pequeña acción, reacción y gesto mínimo que Sofía Gala Castiglione ejerce, en un rol protagónico de esos que movilizan cada parte del cuerpo. La tensión pasa por la incertidumbre. La información que recibe el espectador es prácticamente la misma que sabe la protagonista, por lo tanto la dosificación de lo que Luisa recibe es vital para suponer y completar las acciones que no vimos.
El director, a través de recursos puramente cinematográficos como el fuera de campo, o el trabajo sobre el primer plano de la expresión de la protagonista, e incluso de sí mismo, consigue evitar caer en subrayados u obviedades, sin subestimar la inteligencia o el conocimiento del espectador. El nivel de sutileza que administra González, pero sin dejar lugar a dobles lecturas, es de pura inteligencia.
La tensión va in crescendo, a medida que aumenta el relato, contraponiendo, sin golpes bajos ni sentimentalismo, la humanidad y preocupación de la protagonista con la burocracia y los prejuicios sociales, sin la necesidad de bajar línea, juzgar o tomar una posición en el debate.
La virulencia cotidiana explota sin matices, pero tampoco como juicio moral, sino como una consecuencia racional de las circunstancias. González intenta hacer un debate ético y reflexivo sobre la culpa y la redención.
Por afinidad temática, y también por cierto abordaje estético-técnico audiovisual, El cuidado de los otros, remite al nervio, intensidad, efectismo y poder de síntesis que le otorga Anahí Berneri a sus obras, especialmente a Por tu culpa. Así como, en aquella premiada película, Erica Rivas se montaba todo el trabajo emocional-físico-psicológico sobre los hombros, acá, Sofía Gala Castiglione hace exactamente lo mismo, demostrando un crecimiento artístico y profesional que la ubican como una de las mejores intérpretes nacionales de su generación.
El cuidado de los otros, de Mariano González, funciona como un drama psicológico, breve y efectivo, con el ritmo y nervio de thriller social, pero que pone énfasis en el desarrollo de los personajes y el cuidado del arco narrativo. González cumple muy bien el triple rol de guionista-director-intérprete (austero y contenido) y lo de Sofía Gala Castiglione es una bestialidad.