La moda de los films juveniles basados en best sellers (si son saga mejor) ad hoc parece no tener fin. Año a año son más los títulos que se suman en cantidad en un corto plazo.
Los hay de todo tipo, todos son vehículos para promocionar estrellas pre veinteañeras y cuentan con alguna estrella establecida en un rol secundario, algunas son propicias para probar directores noveles, y otras recaen en directores con cierto renombre que a esta altura filman casi de compromiso.
Esto es lo que sucede en El dador de recuerdo, basada en la novela de Lois Lowry, dirigida por el polifacético Phillip Noyce, hábil director para manejarse en las aguas de la acción mechada con buenas dosis de dramas.
Capaz de hacer las dos mejores entregas de la saga Jack Ryan, Terror a bordo, y las subvaloradas Cerca de la libertad, El coleccionista de huesos y Furia Ciega; pero capaz también de hacer El Santo y Agente Salt, films en puro piloto automático.
Ese automatismo vuelve a encenderse para filmar la historia de Jonas (Brenton Thwaites), que vive en un mundo posmoderno en el cual los sentimientos y los recuerdos han sido eliminados en pos de una convivencia armónica.
Si no hay sentimientos no hay odio, ni venganza, ni morbosidad, pero tampoco hay amor, pasión, que pueden ser los vehículos que lleven a los otros sentimientos; no hay dolor pero tampoco hay alegría.
Esta sociedad está regida por la jueza Elder (Meryl Streep, en plan no voy a ganar un Oscar pero voy a pagar las cuentas) rígida mujer que lo vigila todo y controla que se suministren correctamente unas drogas inyectables supresoras.
Por otro lado está El dador de recuerdos (Jeff Bridges, ídem Streep), ser utópico, fundador visionario que intentó hacer las cosas bien para que no hubiesen más conflictos pero al que las cosas se le fueron de las manos. El hombre atesora los recuerdos, lo que provoca sentimientos. Jonas es escogido para ser el discípulo de El dador de recuerdos, tiene el destino marcado… y si a estas alturas sigue leyendo esto es porque todavía no cayó en lo obvio, Jonas empezará a sentir sensaciones humanas y se revelará, comenzando una revolución en ese mundo del orden.
El dador de recuerdos no ofrece específicamente originalidad, este tipo de argumentos en el mundo de la Ciencia Ficción se vieron desde Farenheit 451 hasta La Huesped, y este film claramente está mucho más cerca de la segunda.
El film luce correcto, tiene cierto ritmo y puede seguirse con cierto interés (y algo de monotonía), pero precisamente, parece salido de la misma sociedad que presenta.
Noyce dirige bien porque ya lo hace de taquito, no hay (notorios) errores, pero tampoco momentos destacables.
En el elenco, los jóvenes (sumemos participaciones menores de Katie Holmes, Alexander Skarsgård, y Odeya Rush como la causante de sentimientos) quedan irremediablemente tapados por Streep y Bridges que aunque actúen casi mirando la puerta de salida del set, les alcanza con la sola experiencia para seducir a la cámara.
Mezcla de autoayuda, drama y aventura, El dador de recuerdos puede entregar un poco más que otros films a los que se le parece, pero con eso solo no alcanza para redondear algo que con esa premisa pudo ser mucho mejor. Con algo más de pasión, de vigor, hablaríamos de otra cosa.