La pareja feliz esperaba a dos bebés, pero el que venía segundo murió al nacer. Con todo el dolor por la pérdida, en especial por parte de la reciente madre, a quien no le resulta fácil aceptar los hechos, se instalan en una coqueta y amplia casa de un barrio residencial para comenzar la vida en familia.
Los primeros días de Mary (Christie Burke) y su marido Jack (Jesse Moss) criando al nene transcurren con las alteraciones lógicas en este tipo de situaciones, como no pudiendo dormir ni tener un tiempo tranquilidad y relajación, para estar todo el día pendiente del bebé, etc.
Pero la lógica se rompe cuando en el baby call se escuchan ruidos raros, y luego, con uno más moderno, también transmite imágenes, Mary percibe la presencia de algo que no puede explicar razonablemente.
Como tantas otras producciones de terror utilizan aquí también los más modernos dispositivos tecnológicos con un propósito determinado, pero que en realidad es útil para ver lo que los ojos humanos no alcanzan a detectar.
Lamashtu (Diane Snape), el ente que va incrementando sus visitas a la cuna del bebé, no es nada amigable y no se sabe por dónde entra, qué es lo que quiere, pero está y asusta.
Brandon Christensen en su debut como director transita los caminos firmes y conocidos de una película de éste género. Hay ciertos momentos bien logrados que sorprenden al espectador, otros son más esperables.
La trama hasta el segundo punto de giro está bien articulada. Todos los personajes hacen su parte, destacándose el de Christie Burke, que transita eficientemente por todos los estados de ánimo posibles. Porque Mary pasa mucho tiempo sola, su marido se va a trabajar todo el día o tiene que viajar a otra ciudad para cerrar un contrato, y ella está sobrepasada con la responsabilidad. Las dudas flotan en el ambiente. ¿Estará alucinando? ¿Todo lo que ve es producto de su imaginación? Nadie le cree, ni siquiera Jack. Pero la protagonista sufre, se encuentra cada vez peor. ¿Su mente la estará traicionando?
Pero lo que parecía que iba a llegar a buen puerto, con un epílogo coherente a lo que estamos viendo, se desbarranca al transformarse todo en una gran locura dramática y policial, quitándole las sorpresas y los escalofríos necesarios en este tipo de film.