En la previa del lanzamiento de alguna película de terror, siempre se generan determinadas expectativas. Es un género que atrae a mucha gente, pero muy pocos largometrajes se mantuvieron a la altura de aquel deseo de deleitarse con un buen film de este estilo. “El demonio quiere a tu hijo”, dirigido por Brandon Christensen y escrito a la par con Colin Minihan, es un producto más que falla en este mundo donde es increíblemente difícil buscar originalidad alguna.
Mary (Christie Burke) y Jack (Jesse Moss) son padres primerizos. En el parto, uno de sus hijos salió al mundo sin vida y ésta será una carga con la que tendrán que lidiar desde el inicio de la película. Esta pareja se muda a un barrio de clase alta, donde se ubican en una casa lujosa. Rachel (Rebecca Olson) es su nueva vecina y entabla una relación con los recién llegados, vinculándose por el hecho de que ella también es madre primeriza. Ella se presenta ante Mary, transformándose en amigas, ya que Jack pasa sus horas en el trabajo. En ese lapso, entonces, es cuando una presencia satánica empieza a perseguir al bebé de la pareja protagonista.
La música contribuye al misterio y a la creación de momentos donde el objetivo principal es el susto. La fotografía también está en tono con la película y la apariencia de este demonio genera ciertos escalofríos. Igualmente, el film se derrumba con su guion. Hay un vacío argumental clarísimo en el medio y, además, el final deja mucho que desear. No logra comprenderse cómo concluye la trama y, en este género, no aplica aquel recurso. El final abierto, sin dudas, no tiene sentido ni utilidad en una película de terror.
Sin embargo, no todas son pálidas. La actuación de Jesse Moss es aceptable, pero el trabajo de Christie Burke, en un largometraje débil, debe rescatarse. Su actuación es lo único que hace liviana la película, ya que a veces se siente algo lenta y carente de avance. Además, el vestuario y sus gestos coinciden de manera muy acertada según el estado psicológico que debe representar. Es notorio y satisfactorio cómo puede verse aquel desarrollo mental (o deterioro) en su personaje.
Con cámaras estacionarias (léase: las cámaras de “Actividad paranormal”) y argumentos reciclados, “El demonio quiere a tu hijo” es una película que retoma cosas de otros largometrajes que marcaron una época en el género de terror. Con sus flaquezas en el argumento, y a pesar de la buena actuación de la pareja protagonista, éste es otro producto fallido que, si bien logra asustar, decepciona.