En 1987 se presentó al Depredador (Predator) en la pantalla grande, una criatura alienígena que caza a sus presas humanas para convertirlas en sus trofeos, con un film violento, que oscilaba entre el terror y el suspenso. Posteriormente, tuvo varias continuaciones, “Depredador 2” (1990), “Alien vs Predator” (2004), “Alien vs Predator: Requiem” (2007) y “Depredadores” (2010). Sin embargo, en épocas de revivir franquicias, esta cinta de ciencia ficción no podía quedarse al margen.
“El Depredador” vuelve al cine de la mano de Shane Black, conocido por sus películas “Kiss Kiss Bang Bang” (2005), “Dos Tipos Peligrosos” (2016) o “Iron Man 3” (2013), como también por haber protagonizado la cinta original de 1987. El resultado quedará a medio camino entre una buena película de acción y una comedia que no funciona en todo momento.
Todo comienza durante una operación contra el narcotráfico, donde el francotirador Quinn McKenna se enfrentará cara a cara con una criatura proveniente del espacio. Para tener pruebas de ese encuentro, tomará algunas partes de su traje y lo enviará a casa con su ex mujer y su niño. Pero Rory, un pequeño inteligente que padece autismo, verá estos objetos como algo extraordinario y provocará que los cazadores quieran recuperarlos. Es así como se reunirá a un grupo de veteranos y a una científica para hacerle frente a los nuevos Depredadores.
Al principio nos encontramos con varias líneas narrativas que, hasta que no pasa la presentación de cada una de ellas para unirse en una trama central, no toma vuelo. Una vez que lo hace levanta el ritmo del film para otorgarnos un sinfín de escenas de acción. De todas maneras, nos encontramos con algunas cuestiones de montaje que hacen que se pierda un poco la coherencia del relato.
Pero a diferencia de la entrega original, en esta oportunidad nos alejamos un poco de la esencia terrorífica y aterradora de la historia, para acercarse más al humor de lo que uno podría esperar en una cinta de este estilo. No es que esté mal, porque consigue aliviar ciertas tensiones, y en muchos casos los gags son atinados y consiguen más de una risa, pero tal vez también le saca un poco de dramatismo al eje central del relato. Asimismo, nos encontramos con un abuso constante de chistes, que por momentos incomodan, no son efectivos (por una cuestión del subtítulo se le cambia un poco el sentido original) o se sienten fuera de tono. Nos termina generando esa sensación de las películas actuales, donde el humor rige la trama, independientemente del tono esperado o requerido.
Lo que resulta mejor logrado es la explotación del gore, a través de una buena demostración de sangre, tripas o amputaciones. También tiene buenos efectos visuales y especiales, con grandes explosiones y fuego cruzado. De todas maneras, tal vez por una decisión estética de preservar el estilo original de 1987, no parecería haber avanzado tanto la tecnología en cuanto a la composición del Depredador de aquella época y sus artefactos de combate. Sí se agrega una evolución del Depredador con unos perros como acompañantes, un poco menos conseguidos (notándose que no es tan artesanal, sino que se hizo uso de la computadora) pero que igualmente se amalgaman bien.
En cuanto al elenco, nos encontramos con caras conocidas, donde Boyd Holbrook (“Logan”) lidera el grupo como el soldado McKenna, Sterling K. Brown (“This is Us”) se presenta como el villano, Jacob Tremblay (“Room”), quien siempre se luce en sus papeles complejos, Olivia Munn (“The Newsroom”), como la representante femenina cuyo rol se hace notar, y Alfie Allen (“Game Of Thrones”), Keegan-Michael Key (“Friends from Collage”), Thomas Jane (“The Punisher”), Trevante Rhodes (“Moonlight”) y Augusto Aguilera (“Chasing Life”) como los veteranos que aportan la gran cuota de humor al film. Se encuentran muy correctos en sus papeles, pero no todos sobresalen por los mismos.
Por otro lado, al final nos encontramos con un puntapié para que la saga continúe (con una especie de escena post-créditos dentro del mismo relato), pero a diferencia de otras películas que buscan reavivar una franquicia, esta historia no se muestra como una mera presentación de un personaje o una simple introducción para lo que vendrá, sino que se siente como una cinta completa, que tranquilamente podría haber finalizado en esta primera parte.
En síntesis, “El Depredador” ofrece una entretenida película que mezcla la acción pura con una gran cantidad de humor, que no terminará de convencer a todo el mundo. Tal vez esta combinación no resulta del todo atinada, ya que los gags no funcionan en todo momento y se aleja un poco del clásico de 1987. Una cinta que se encuentra a mitad de camino, debido a que su elenco es atractivo y su utilización del gore es exquisita, pero no mantiene la coherencia constantemente.