Si bien la primera parte no fue una obra maestra del terror, la historia estaba lo suficientemente bien armada como para que los sustos funcionen y la claustrofobia que las protagonistas comenzaban a experimentar se sienta muy profundamente, sin dejar de lado el aditamiento de las feroces criaturas que, luego de la segunda mitad, se robaron cada una de las escenas del film. Ahora bien, idear una secuela de una película correcta y muy bien lograda puede sumarle o restarle a la cinta original, puede aportar una mirada distinta de los hechos, puede explorar un poco más las causas de la problemática, o puede destruir toda ilusión generada anteriormente. Lamentablemente esta última cuestión es la que aquí sobresale.