El sol brilla sobre la superficie del lago y, en la costa, los chicos quieren divertirse. En un enclave tan deshabitado como paradisíaco transcurre El desconocido del lago, una lujuriosa historia que explora los límites del placer y la obsesión, y la oscura profundidad de la psiquis humana.
Para entrar en el juego del absorbente film de Alan Guiraudie son necesarias dos cosas. La primera es tolerancia, poder soportar sus 97 minutos de duración en los cuales el 90% del tiempo los personajes deambulan por las rocosas playas como Dios los trajo al mundo, y más de una vez en tórridas escenas sexuales que nada tienen que envidiarle a La vida de Adéle. Tolerancia también es requerida por la continua repetición de escenas -el escenario es siempre el mismo, el automatismo narrativo es una herramienta que puede verse como arma de doble filo- que cimentan la acción. La segunda condición, tal vez más subjetiva, es prohibírse de ver el avance de la película y entrar a la sala vírgenes. Quizás no sea tan severo enterarse de un punto clave de inflexión en la trama, el efecto sorpresa es el mismo, pero creo que tiene mejor eficacia si no se sabe que sucede en dicho momento.
Una vez entrados en territorio cenagoso, la trama de El desconocido del lago se enfoca en tres personajes. El primero es Franck, un joven entregado a la lujuria que viene a la playa a sumar conquistas a su vida. El segundo es Michel, un dios griego con mostacho que le quita el aliento a Franck pero que es muy buscado por entre los asistentes al lugar. El tercero pero no menos importante es Henri, un hombre de mediana edad, rellenito, recientemente abandonado por su esposa, que va a pasar el rato y entabla una simpática relación con uno de ellos. Es difícil declarar el género absoluto del film, pero definitivamente es un drama con elementos de suspenso que a la larga se transforma en una película de suspenso absoluta con toques dramáticos. El trabajo de Pierre Deladonchamps es de una entrega impresionante y comporta la arista más interesante y compleja, mientras que Christophe Paou y Patrick d'Assumçao lo secundan brillantemente, empujando poco a poco a sus personajes a situaciones límite, en un tercer acto no apto para cardíacos.
El punto de no retorno en la trama vuelve asfixiante el aire del lago. Cada momento que pasa y cada elección que hacen los personajes genera miedo, angustia y desesperación, pero a su vez es imposible quitar los ojos de la pantalla y menos aún intentar encontrarle un razonamiento válido a las acciones de los protagonistas. El ser humano tiene una profundidad tan vasta como asombrosa y Guiraudie elige retratar los oscuros rincones de la mente de una manera callada pero avasallante. Sin utilizar banda sonora como soporte a las acciones en pantalla, el director se basta con los sonidos naturales y hasta la ausencia de ellos, para crear un clima de encierro al aire libre.
El desconocido del lago es completamente sugerente, impresionante y de una calidad artística demoledora. Imperdible para aquellos que busquen una historia provocadora y para nada superficial.