Cosa de hombres
La desmesura en el tratamiento de las escenas de sexo explícito entre hombres puede resultar un tanto chocante al espectador que se acerque al universo de El desconocido del lago, film del realizador Alain Guiraudie que explora el mundo masculino a partir de los encuentros azarosos y furtivos de bañistas que buscan relaciones sexuales sin compromiso en una playa aislada del mundanal ruido de la sociedad francesa.
El punto de encuentro siempre tiene al inmenso mar como testigo de charlas banales o intentos infructuosos de seducción entre los interlocutores. Luego, el ritual del chapuzón a las orillas de la playa o adentrarse mar adentro para encontrar otro tipo de intimidad o jugar peligrosamente a la muerte con un desconocido que atrae por su sexapeal, su virilidad pero también por ese misterio que expulsa todo intento de aproximación o compromiso de otro tipo.
Los personajes de este relato cuidado desde los aspectos formales no tienen un pasado que pueda conocerse más allá de los escuetos indicios que revelan las conversaciones ocasionales. Están suspendidos en un aquí y ahora atravesado tangencialmente por la libre expresión del deseo y más específicamente por el instinto sexual a flor de piel. Esa desnudez de los cuerpos –frontales, genitales- se traduce también en otra menos visible cuando cada uno se expone tal cual es ante los ojos ajenos.
Por eso el descubrimiento accidental de un asesino entre esos extraños no resulta tan anormal para aquellos que concurren a esa playa sin preguntarse con quien pasan el tiempo y menos cuándo se concreta el acto sexual. La naturalidad con la que van transcurriendo los pequeños hechos en esta historia es único mérito del tono elegido por el realizador para introducir algunos elementos genéricos del policial en un contexto que parece idílico o soñado.
Alejado de todo convencionalismo y consciente del riesgo, el uso austero de los recursos cinematográficos aportan al film una atmósfera hipnótica donde cobra un protagonismo fundamental la luz y la oscuridad en una dialéctica interna que permite revelar y ocultar los cuerpos y sus actos para dejarse llevar por un tanteo sensible donde juegan todos los sentidos, especialmente el sonido y el silencio.
El desconocido del lago no es un film de temática gay con otros aditamentos a pesar que el erotismo y el pornosoft dicen presente sino una película sobre las relaciones humanas, las máscaras sociales y la libertad del deseo.