Ese soleado objeto del deseo
Franck (Pierre Deladonchamps) pasa sus tardes de verano a orillas del lago en un playa nudista gay, donde en los bosques de alrededor los concurrentes suelen tener sexo casual. Pronto se siente atraído por Michel (Christophe Paou), un hombre musculoso que es bastante requerido por los habitués del lugar, y no descansa hasta llamar su atención.
Una noche, espiando a su objeto de deseo, lo ve cometer un crimen. Al otro día un cuerpo es rescatado del lago, y la policía comienza a investigar; Franck no habla, ni se aleja de Michel, pero pronto las cosas comienzan a complicarse.
Las escenas de sexo son tan explicitas que es difícil pasarlas por alto, no parecen aportar demasiado a la trama, y podrían estar allí por el simple hecho de provocar o simplemente porque así son las cosas, y como son se filman. Como muchos habitués de la playa, que se deleitan espiando a los demás, por momentos así nos sentimos, más espías que espectadores. La película trata de ir más allá de la temática gay, y explora la tragedia y el suspenso, planteando que puede ser más fuerte: ¿el deseo o el peligro? Con sensibilidad y detallismo recorre los sentimientos de ambos protagonistas y sus pulsiones, su búsqueda de placer, sus deseos, y los riesgos de una relación que involucra un crimen.
El resultado es una película poco común, con una estética que dice más que mil palabras, y que pasa del amor al thriller psicológico, sin necesidad de demasiados aditamentos cinematográficos para mostrar deseo, pasión, oscuridad y crimen. Una historia de suspenso bien construida, muy despojada visualmente tan simple como directa, donde las escenas de sexo tan frontales, no solo no agregan nada, sino que por momentos quitan la atención de lo importante, pero refuerzan la esencia de un protagonista que se debate entre el deseo y la autopreservación.