¿Cómo mostrar los placeres de la homosexualidad masculina sin plantear un discurso militante acerca de lo gay como política de la identidad? ¿Cómo filmar escenas de sexo ocasional sin asociarlo con el amor romántico y sin condenarlo como una perversión licenciosa? Los hombres pueden chupar, besar, hablar y acompañarse. El cuerpo puede ser vivido como una superficie absoluta de placer. En un pasaje glorioso en el que dos hombres se masturban gozosamente la amabilidad de la escena y el placer que transmite pueden remitir a esas secuencias hermosas del cine de Jean Renoir donde sus personajes se permiten sentir el placer del mero estar en la naturaleza. Un río, el viento, el pasto, elementos mínimos de un bienestar no mediado por el dinero y, en este caso, ni siquiera por el sexo. ¿Quién ha filmado esta genialidad? Alain Guiraudie.
Película insólita y libre como pocas, L’inconnu du lac. Ya desde el plano de apertura estamos frente a un director que entiende la gramática del cine con una seguridad que no contrabandea pretensión alguna. Una panorámica presenta un bosque y una playa al lado de un lago. Ahí funciona una playa nudista para homosexuales. En la playa se toma sol, se habla y se practica natación. En el bosque, fundamentalmente, se coge. Los habitués llegan en autos que estacionan regularmente en un estacionamiento improvisado. Es verano. La luz del sol brilla de un modo peculiar y el viento sopla de una forma específica. Guiraudie pone especial atención en cómo capturar el ecosistema de este cosmos desnudo donde se desarrollará su comedia policial erótica. Las panorámicas de la playa, el bosque, los lagos y los cielos componen de inmediato un mapa visual. Cada día que pasa arranca con un plano general del estacionamiento, y otros planos generales sobre el territorio varían cada tanto. La naturaleza se repite pero también cambia, y lo que se ve se duplica en un trabajo sonoro formidable. Los sonidos se repiten pero también sufren cambios menores. Al ver el desplazamiento de un hombre nadando en el lago, en los primeros minutos del film, ya se percibe un código y una motivación estética: asombrarse frente a la vitalidad del cuerpo, celebrar un vitalismo al alcance de la mano. Primero será vía el deporte, luego el placer por el sexo.
L’inconnu du lac / El desconocido del lago, Alain Guiraudie, Francia, 2013 (10)
Franck suele ir todos los días. Nada, charla y coge. Los visitantes se conocen, lo que no implica que sepan sus nombres. Lo fugaz como tal colma la existencia: alcanza con estar, respirar, moverse y acabar. Franck conocerá a Henri, un hombre heterosexual de mayor edad que suele ir todas las tardes a contemplar el lago. Esa relación no pasará por el sexo sino por la amistad. Un pronunciamiento magnífico: los hombres pueden amarse de muchas maneras. La construcción de esa amistad es una de las revelaciones del film y el punto de mayor sofisticación afectiva, que en el desenlace policial alcanza el carácter de lo sublime. Los diálogos entre Franck y Henri son de una delicadeza admirable, y el crecimiento del cariño entre los dos es un pequeño milagro que sucede en pantalla. Se trata de exponer una política de la amistad entre hombres, una modalidad del cuidado del otro que no involucra la genitalidad. Lo homosexual pertenece a otra vía, y el propio Franck, siempre predispuesto a coger con extraños, reconoce de inmediato en Henri a un amigo.
Franck, por otra parte, se enamorará paulatinamente de un tal Michel, aun sabiendo algo terrible de él: Michel ha matado a uno de sus amantes y Franck lo ha visto. Este hecho, lógicamente, abrirá la vía policial del film, que incluye a un maravilloso personaje tardío, el inspector, figura cómica que viene además a proponer una ética que trasciende las predilecciones sexuales. Y es genial porque su investigación es siempre jurídica, nunca moral.
Ninguna escena está de más. Los tiempos son perfectos, las elecciones de luz y la apropiación de la oscuridad ambiente virtuosas, los toques humorísticos excepcionales. El erotismo sin concesiones conjura mágicamente la grosería y el exhibicionismo. La singularidad homosexual está subsumida en lo universal.
Guiraudie ha hecho una película extraordinaria sobre la amistad y el amor físico entre hombres. Estamos frente a una película irrepetible, de las que faltan en los festivales y que aparecen cada tanto para renovar nuestra fe en el cine e incluso en los hombres.