"Tres son multitud"
Dentro de un escenario asfixiante, claustrofóbico y demasiado tenso por las relaciones que establecen sus protagonistas, el realizador Christoph Behl construye una interesante propuesta que reflexiona sobre la faceta oculta de la naturaleza humana. Esa que solo aflora en el peor de los contextos.
Todas las mañanas son iguales para Ana, Axel y Jonathan, los tres únicos sobrevivientes de un holocausto zombie que destrozó una ciudad desconocida. Basados en una rutina por momentos demasiado exigente y por otros demasiado aburrida, nuestros protagonistas van sobrellevando sus días dentro de un refugio que de forma impensada se altera para convertirse en un peligroso infierno. Pero, ¿Qué es lo que pone sus vidas en riesgo?; ¿Convivir con un monstruo y utilizarlo como otro de los tantos juegos de mesa que hay en la casa? ¿O acaso descubrir que tras esas cuatro paredes existen secretos y sentimientos lo suficientemente fuertes para desmoronarlo todo?
Con ciertos aires que recuerdan a “El Día de los Muertos” (George Romero, 1985) y a la más reciente “The Divide” (Xavier Gens, 2011), el primer largometraje de ficción realizado por Behl transita sin problemas varios estadios, ofreciendo todo el tiempo motivos suficientes para no despegar los ojos de la pantalla. Lo “llamativo”, por decirlo de algún modo, es que el director no recurre a la violencia ni a las grandes escenas de acción para lograr ese objetivo, siendo el guión y el trabajo de los actores sus únicos y principales aliados.
“El Desierto” es un film de zombies, sí, pero es de aquellos que indagan y juegan con la idea de que no existe criatura más peligrosa en la tierra que el propio ser humano. Pero ojo; Tampoco estamos frente una propuesta que refleje la clase de barbarie humana que estamos acostumbrados a ver en otras producciones más recientes gracias al boom de este subgénero. Ni una ni otra, pero a su vez ambas; “El Desierto” habla de la mutación del espíritu humano a partir de situaciones cercanas a la realidad, ubicadas de forma milimétrica en un contexto apocalíptico.
Las grandes actuaciones de Lautaro Delgado, Victoria Almeida y William Prociuk atraviesan la pantalla y transmiten desde “culposa incomodidad” hasta cansancio físico, producto de una rutina que con el correr de los días se vuelve más insostenible. Los pequeños detalles, cómo la pared repleta de nombres y las moscas tatuadas, retumban como las agujas del reloj de una bomba a la que no le queda mucho tiempo.
Si lo que buscas es quedar entre la espada y la pared, dentro un clima opresivo donde a partir de determinado momento solo existen cambios radicales, acá tenés una propuesta que indudablemente no podés dejar pasar. Una de esas pequeñas joyas que, tarde o temprano, se cruza en el camino de todo (verdadero) amante del cine de zombies.