Es difícil escribir sobre El Desierto. La película baraja buenas ideas y su premisa junto con sus formas la despegan del resto de los estrenos. Sin embargo, Christoph Behl parece hacer bien lo difícil y fallar en el ABC del cine.
Por un lado esta cinta post-apocalíptica genera un buen ambiente de opresión, encierro y extrañeza. Pero la empatía con sus personajes es nula y eso dificulta la experiencia por ser el núcleo central del relato, las vivencias de tres personajes encerrados en un bunker.
A base de diálogos forzados y actitudes inconcluyentes, el film nos excluye deliberadamente, cada vez que tiene la oportunidad, de sentirnos afines a alguno de los tres protagonistas. Entonces las dudas que valen la pena plantearse son ¿Cuál es el fin de la película? ¿Qué pretende contarnos Behl con este relato sofocante?
La falta de fluidez entre los temas que se pretenden abordar en El Desierto es el mayor de sus problemas.
El ritmo del relato cae continuamente en acción dramática y cuando no puede seguir sosteniéndose apela a traer un personaje desde el exterior. Esa decisión, bien tomada, no se sostiene en el tiempo ya que luego de hacerlo cumplir con el “mensaje humano” pretendido la película y sus personajes se olvidan de él. A partir de ahí lo que en un principio es una construcción sofocante se convierte en una narrativa tediosa.
El Desierto puede abarcar desde la deshumanización que genera el encierro en la psiquis, hasta la relación de la sociedad actual con las cámaras y las pantallas. Puede ser una interesante reflexión sociológica, pero como ficción narrativa lamentablemente es floja.