La primera ficción en la filmografía de Miguel Kohan nos trae la historia de un chaman que, en la práctica de su abrazo certero, quita las penas a pacientes sufrientes de un mal incurable, en común acuerdo con sus familiares. Mito y leyenda confluyen para esbozar el retrato de una figura que habitó antiguamente la zona del altiplano andino y que posee exiguas referencias literarias o noción al respecto, entre las que se cuenta la del emblemático Mario Vargas Llosa. Kohan, de profusa trayectoria documental (“Salinas Grandes”, “Rivera 2100”, “La Experiencia Judía”), impactado y motivado por la historia, decide investir a la misma de carnadura cinematográfica. El singular personaje va cimentando en el interior del cineasta, quien emprende una búsqueda basada en la observación del lugar, manteniendo la distancia óptima que una mirada antropológica requiere.
Podrían intuirse que existen elementos ordenadores insoslayables dentro de una obra que posee líneas temáticas definidas, atravesando el tango, la astrología o el propio origen judío, entre algunos vasos comunicadores que lo nutren profesionalmente. Aquí, un nuevo ingrediente podemos identificar dentro de la sólida filmografía de Kohan, quien utiliza al cine documental para potenciar la propia curiosidad. Con fuerte anclaje en el subgénero de investigación, indaga en celebraciones rituales, fiestas patronales y ceremonias sagradas en donde el protagonista interactúa. Bajo la creencia de que ‘el destino al viajar no es un lugar, sino una nueva manera de ver las cosas’, “El Despenador”, con música de Gustavo Santaolalla y seleccionada por concurso para la edición 22° del BAFICI, rubrica con sensibilidad estética una mirada íntima.
El paisaje de la Puna invita a contemplar y descubrir un universo ciertamente mágico, y, a tales efectos, “El Despenador” mixtura realidad y ficción. Menos preocupada de anclarse en la postal turística y más decidida a dilucidar el valor de verdad para abordar una historia plena de interrogantes que buscan ser respondidos. La cautela y la mesura de quien escudriña el entorno resultará indispensable aliada, camino al hallazgo inesperado que aguarda ser descifrado.