Universos paralelos, reencarnaciones continuas, futuros distópicos, sueños eternos, recreaciones falsas, a esta altura nadie puede negar el increíble poder imaginativo que los hermanos Andy y Lana Wachowski han sabido plasmar en la pantalla demostrando una gran originalidad para dejar su propia huella. En "El Destino de Júpiter vuelven a ubicarse como dupla de guionistas y directores para narrar una historia que termina siendo mucho más sencilla de lo que toda su parafernalia pareciera mostrar.
La protagonista de su séptimo - y retrasado - film es Júpiter Jones (Mila Kunis), una joven de ascendencia rusa que se gana la vida junto a su madre y su tía limpiando casas de lujo (con una especial preponderancia en mostrarla mopa en mano limpiando inodoros) pero que siente, en su vida le espera algo mayor. No es para menos, hija huérfana de un aficionado a la astronomía, su concepción y nacimiento fue bendecido por “un buen cosmos”, su esotérica tía le asegura algo especial, y aunque por su familia no lo pareciera, ella lo es.
Mientras tanto, en otra galaxia, una casta de hermanos se reparte los futuros de los Planetas debatiendo su titularidad. Pero advierten que hay otra “heredera al trono”, decir quién es esa heredera sería remarcar lo obvio. Cuando los rastreadores ubican a Júpiter, también arriba Cain (Channing Tatum con prótesis faciales que distraen la mirada de los asuntos importantes), un guerrero robotizado, rebelde de las monarquías, que la rescatará y ayudará a cumplir con su destino.
Claro, en el medio hay un poderío visual realmente impresionante, entre explosiones, levitaciones, una fauna de extraterrestres y robots variadísima, escenarios digitales de ensueño, y una intriga palaciega que se entrevera cada vez más sólo para desviar lo fundamental. El Destino de Júpiter podría estar divida en dos fragmentos diferenciados, la primera parte, más terrenal, se asemeja a una adaptación de saga literaria juvenil, de esas que pululan de a cientos hoy en día.
La chica mundana que descubre un mundo de fantasía y que debe cumplir un destino importante en él sin dejar de lado el romance. Luego, el film se entrega a la Ciencia Ficción absoluta, más ligada a la aventura llena de acción, disparos, vuelos y pirotecnia abandonando buena parte del peso argumental. Ambas partes tienen deficiencias y parciales aciertos.
En los momentos terrenales hay una extraña necesidad de rellenar con comicidad, como si todavía Mila Kunis fuese la chica de That 70th Show, comicidad que casi nunca funciona en modo alguno. Los chistes no causan gracia, cambian el clima, y terminan resultando molestos. Parecieran escenas sacadas de otra película, ¿una comedia romántica? Esto hace que se viva el primer tramo con liviandad, que cueste conectarse sin sentir que estamos frente a algo “insulso”. También es el tramo en el cual se teje la conexión entre Júpiter y Cain, Kunis y Tatum, una química que funciona, mejor que cuando ambos están por su lado.
La segunda parte, es menos confusa en cuanto a vuelo argumental simplemente porque se entrega a una acción constante y rutinaria. Entretiene a puro golpe de efecto, y ahí sí, se siente la profundidad del 3D que hasta ese momento nos habíamos olvidado que existía. El Destino de Júpiter tiene varios elementos de sagas como Star Wars, o films como A.I., pero mantiene en ella un espíritu que nos hace acordar a esa ciencia-ficción sin sentido que plagaba las góndolas de los videoclubes a fines de los ’80 y ’90.
Esa Sci-Fi barata que eludía la mínima lógica para ser entretenida y con ciertas libertades que el mainstream no se permitía. Imaginen eso, pero con muchísimo más presupuesto. Estamos frente a un cuento de hadas disfrazado, la chica simple que se convierte en princesa de la cual Disney ha hecho todo un emporio. No es este nuevo opus de los Wachowsky un mal film, si un trabajo de resultado fallido, errático, que no termina de concretar lo que pudo haber sido.
Queda rondando la sensación que algo nos falta, o algo nos sobra ¿otras manos en la post-producción? Como su protagonista, a este film se le podría augurar un mejor destino, quizás con el tiempo quede como objeto de culto, elementos tiene de sobra.