Ladrones sin destino
Hija de un astrónomo inglés asesinado por la KGB, Júpiter Jones (Mila Kunis) vive una vida normal en el hogar de una madre importada de Rusia, mientras ignora olímpicamente el destino que le tendieron los Wachowski (el de Mila, por ser de carne y hueso, es mucho peor). Primero, una amiga de visita casi resulta abducida por hombrecitos verdes. Y los sustos siguen. Un primo, rápido para los negocios, la convence para que venda óvulos y así poder comprar (ah, ah, la herencia genética) un potente telescopio, gracias al capital usufructuado (los Wachowski, a no olvidar, son militantes anticapitalistas que filman películas de millones de dólares). Entonces, sí: mientras aguarda la aguja, los doctores se transforman en hombrecitos verdes dispuestos a liquidar a Júpiter siguiendo órdenes (literalmente) de arriba. Pero entonces irrumpe Cain (Channing Tatum), híbrido de humano y hombre lobo que rescata a la chica, siguiendo órdenes de otro que también está arriba. ¿Por qué es tan importante Júpiter? ¿Es amiga de Sarah Connor? Pasaron treinta minutos y recién empieza la acción. En media hora más los Wachowski revelarán el destino de Júpiter y usted les pedirá The Matrix 4. A grito pelado.
Mezcla de Star Wars con Star Trek con Flash Gordon con Buck Rogers con ideas frecuentemente desestimadas por la ciencia ficción “progresista” (como Godzilla, por ejemplo), Andy y Lana W. hacen un esfuerzo loable por revivir una estética prácticamente demodé, pero el intento se fragua como pólvora mojada. El nexo entre la Tierra y Júpiter con un reino ancestral como el universo, del cual proviene el ADN humano (otra idea extrapolada), sirve más como excusa para poner en marcha interminables escenas de acción que para formular una trama sustentable. Sobre las primeras, no habría casi reparos (los hermanos W. saben cómo blandir espadas láser), si no fuera porque resultan tan largas que ahogan el suspenso. La primera gran escena de acción, en donde Cain huye con Júpiter volando entre rascacielos imaginarios de Chicago, es un prodigio visual hasta que resulta un gigante videojuego. Entonces, volviendo a la pregunta: Matrix 4, ¿para cuándo?