No es un capricho que este fin de semana, cuando se estrenan dos “películas del Oscar” con posibilidades, le demos más espacio a este film de fantasía y ciencia ficción que, desde el principio, se asume como un cuento de hadas aventurero y humorístico que, de paso, se encarga de criticar al capitalismo salvaje (de frente, nada de metáforas tontas: es eso nomás). El film es imaginativo no porque invente algo (una princesa oculta es perseguida por un imperio galáctico y cuidada por un guerrero del que se enamora, de “Cenicienta” a “Star Wars” está todo) sino porque crea imágenes bellas de pura acción. No solo eso: las secuencias de acción se entienden, son bellas, abstractas como un ballet y aportan sentido a la trama y emociones a los personajes. Los hermanos Wachowski, que ya jugaron este juego en aquel bello e incomprendido homenaje a la infancia que fue “Meteoro”, o en la reflexión sobre el cine y la sociedad que fue “Matrix”, aquí deciden crear un universo de fantasía, compartirlo y usarlo para hablar de la familia, del mundo del trabajo, del poder, de la amistad y de por qué el cuento de hadas contrabandea felicidad y esperanza. Hay mucho humor, de paso (gracias a los gigantes Mila Kunis y Channing Tatum) y el conjunto recuerda a “Flash Gordon”, y a su espíritu alegre, sexy y aventurero. Antes y después que nada, una verdadera película.