No contentos con haber creado un impresionante mundo con Cloud Atlas, los Wachowski vuelven a la carga con la expansiva fantasía Jupiter Ascending, un agradable cóctel convulsivo que mezcla muchos exponentes del género de la ciencia ficción para lograr un espectáculo intergaláctico que promete pero nunca alcanza grandes alturas.
La Cenicienta del cuento es Jupiter Jones, la heroína interpretada con mucha soltura y frescura de sobra por Mila Kunis, quien ve su vida cotidiana de limpiar para familias ricas por demás aburrida. Claramente sin tener idea alguna de que su destino es más grande de lo que ella se imagina, de un momento a otro se ve perseguida por seres alienígenas, mientras es ayudada por el inefable híbrido humano-licántropo Caine Wise -otro punto más que suma Channing Tatum para ser considerado una gran estrella del cine de acción-. El espectador apenas sabe un poco más que Jupiter al respecto, más allá de que una raza muy similar a la terrícola -una familia en disputa, para mayor precisión- pretende hacerse con el control de la joven para usarla a su gusto en sus tejes y manejes de poder.
Una vez que el misterio de la persecución por parte de mercenarios y esbirros se vaya esclareciendo con el paso del tiempo, y un par de coreografiadas escenas de acción despierten el interés de la platea casi al instante, es que Jupiter Ascending deja en claro sus intenciones. Detrás del expansivo mundo creado por Andy y Lana, se encuentra una space opera que no pretende ser una moderna Star Wars, pero que no por ello peca de intentarlo. Hay criaturas extravagantes por doquier, entidades cósmicas a raudales y una infinidad de nombres arrojados con mucha velocidad en la trama, tanta información que cuesta digerirla al mismo tiempo que el dúo de protagonistas emprende una carrera por sus vidas. Desde el guión, hay una clara y estimable intención de parte de los Wachowski por querer traer un mundo fresco y distintivo, pero a la larga tanta imaginación desbordante puede terminar por alejar al espectador de sumergirse plenamente en la historia. No obstante, sin la enrevesada historia -y amén de sus fallas- el film es otro colorido viaje espacial del montón, con el aditivo del 3D.
Kunis y Tatum se cargan el peso de la película al hombro, flirteando todo el tiempo que pueden en un gran tire y afloje romántico que todos sabemos como va a terminar. Ella, puro carisma, irradia energía y propone salirse del esquema de la damisela en peligro muchas veces, aunque las vueltas del guión la obliguen a verse indefensa durante la mayor parte del arco resolutorio. Él, en cambio, debe arrojarse hacia la bomba de relojería que comporta su personaje, un híbrido inclasificable bastante irrisorio, que obliga al actor a utilizar sus dotes de comedia al igual que su cuerpo para las escenas de acción. Sean Bean interpreta a ese secundario que siempre le sale tan bien, ese personaje que está a medio camino entre el bien y el mal y nunca se sabe para qué lado irá, mientras que el villano principal está a cargo de un increíblemente sobreactuado Eddie Redmayne, que cada diálogo y cada afectación en su voz lo alejan más y más de ese Oscar asegurado. Una cruel ironía de la vida que el mismo día se estrene en salas nacionales su festejado trabajo en The Theory of Everything.
Lo excitante y estimulante que resulta Jupiter Ascending va perdiendo fuelle mientras los minutos pasan y la trama se complica demasiado, llevando a un conflictivo acto final que no se sostiene luego de la entretenida primera parte. Quizás haya secuela, quizás no, pero se agradece que el final no sea terriblemente conclusivo, ni tampoco una puerta abierta de par en par.