Tortura explícita
"Inimaginable" es la traducción de Unthinkable, el título original de este thriller policíaco en donde los límites éticos de uno de los protagonistas, se desplaza poco a poco hacia lo irracional. ¿El fin? Obtener la información necesaria (en este caso ubicaciones exactas) para ir a desactivar tres bombas nucleares que Steven Arthur Younger (Michael Sheen) colocó en tres ciudades americanas.
El ciudadano estadounidense, convertido al islamismo, decidió poner en jaque a las autoridades gubernamentales de su país debido a una misión altruista (¿utópica?) que persigue: entre otros estamentos, que el país del norte retire sus fuerzas militares de todas las naciones islámicas del mundo. ¿Inconcebible, inimaginable? Sí, también se logra desde el guión que se corre poco a poco de lo establecido. Por algo El día del juicio final salteó las salas de cine estadounidenses y pasó directo a DVD.
La película (que durá 97 minutos) muestra –muy explícitamente-, el método de tortura al cual recurre H, un agente de operaciones encubiertas y profesional del dolor, encarnado por Samuel Jackson. El señor Younger (que se deja atrapar para conocer a sus futuros opresores) es encerrado por días en un complejo secreto. Y allí comenzará su calvario: electrocuciones, golpes, laceraciones, amputación de falanges, asfixia, etc. En resumen, parte de lo que ya se reflejó al mundo desde algunos centros de detención militares del Caribe y Medio Oriente. ¿Coincidencia?
Entre tanta desidia asoma el papel conciliador, humano y racional de la agente del FBI Helen Brody (Carrie-Ann Moss), quien con su semblante esculpido por el dolor ajeno (difícil no asociar a la canadiense con la Trinity de Matrix) busca convencer a Younger para que revele donde escondió los dispositivos bélicos. Y deje de sufrir. Ella logra, desde la indiferencia y desconfianza (dudar que las bombas existan, por ejemplo), lo que los músculos y maltrato de H no cosecha: la primer ubicación del artefacto bélico.
Las continuas discusiones y planteos de Brody con sus superiores –un recurso del que se abusa en la película-, la tensa relación (y hasta mimetización) de víctima y victimario como así también el cinismo de H (con el cual combate la hipocresía de su profesión), ensambla el marco narrativo de una película que dejará pensando a más de uno. ¿Ficción?. O debería llamarse, ¿imaginable?