El director surcoreano Hong Sang-soo retoma en su nuevo film, El día después, una mirada minimalista, pero sumamente realista, sobre las relaciones sentimentales y en donde se analiza con profundidad la infidelidad desde la figura del hombre.
A través de dos líneas narrativas, y en un elegante blanco y negro, la película retrata la vida de Bong-wan (Kwon Hae-hyo), un critico literario y dueño de la editorial Kang, que se debate entre la rutinaria y gastada relación con su mujer, el recuerdo de su vieja amante y ex secretaria Chang-sook (Kim Sae-byeok) y el ingreso de una nueva empleada, la joven Ah-reum (Kim Min-hee) quien llama ampliamente su atención.
Desde su perspectiva, el director hace uso de sus distintivas largas tomas con cámara fija para evidenciar un conflicto de intereses. La primera escena comienza con una de estas secuencias, en la que la mujer interroga a su marido sobre una presunta infidelidad. Ambos enfrentados en una mesa. Se intuye la falta de comunicación. El hombre es incapaz de defenderse o contrarrestar las constantes acusaciones. Por un lado, desea confesar su adulterio, sin embargo el hecho de estar sobrio le impide ser honesto. El alcohol es el único medio que encuentra para sincerarse.
Luego de esta secuencia, la película alterna dos relatos: la relación sentimental entre el jefe y la amante y la relación laboral con su nueva empleada, ambos separados por un cambio temporal indeterminado. A medida que avanzan, estas dos historias se comparan para generar la sensación de repetición y deja vu latentes en todo el film. El hombre repite las mismas acciones y diálogos que, anteriormente, protagonizó con su antigua amante, lo que permite entender que el jefe ve en su reciente empleada una nueva conquista amorosa que sustituye el vacío de su viejo amor. Sin embargo, la primera reaparecerá en escena para unificar la narración y dar comienzo al gran desencadenante dramático de la trama.
Lo más interesante del film son, sin dudas, las extensas conversaciones entre los diferentes personajes que reflejan temas íntimos y profundos como la manifestación del duelo, las contradicciones del amor, la fe religiosa y la nefasta idiosincrasia masculina que con cierta cobardía aprovecha su posición laboral para beneficio personal.
Una vez más Hong Sang-soo utiliza una de sus temas recurrentes como lo es la falta de comunicación y lo que genera en los vínculos, sólo que en esta ocasión utiliza un tono narrativo más angustiante y bellamente ilustrado por la fotografía en blanco y negro. Otra herramienta que también es remarcable en relación a la perspectiva de género es cómo sentencia al machismo patético del protagonista y a la pasividad de los personajes femeninos, pero no deja de mostrar cada perspectiva individual, haciendo énfasis en la lógica de los sentimientos. Cada intérprete logra dar con la naturaleza de sus personajes que transitan con confusión la eterna agonía del corazón roto y la desilusión lamentable.