El disparador de esta historia propicia una comedia disparatada: una madre judía muy controladora desea reunirse con sus tres hijos, que se fueron de la Argentina por diferentes razones, y no encuentra mejor excusa que inventar su propia muerte. Ella no viaja al exterior porque le tiene terror a los vuelos, pero tampoco calcula las consecuencias de esa convocatoria falseada, que termina desatando una serie de situaciones absurdas, incluyendo un improbable velatorio organizado en un pelotero. Lo mejor de la película es el desempeño de un elenco experimentado (Roberto Carnaghi, Mirta Busnelli, Alejandra Flechner) que encabeza Betiana Blum, una actriz con el suficiente recorrido como para entregarse al juego, lucirse e incluso salvar los escollos de un guión que más de una vez apela al trazo grueso.