Ellos son tres y juegan a "la Mancha". Fan, Tino y Clara (nueve la mayor, cinco la menor, siete el del medio) viven en una casona en el campo. Coco es su perro fiel y vamos viéndolos cantando, bailando, jugando, bañándose y durmiendo. El día siguiente será más o menos así. A su alrededor, el bosque. Por las noches la hermana mayor que les lee "Hansel y Gretel", el clásico cuento infantil con bruja caníbal incluída. Cuando los juegos se suceden y los padres no aparecen, pensamos que algo se viene. Pero lo único que acompañará a los chicos será la ausencia, y poco a poco el deterioro anímico. La casa se cubre de premisas extrañas "No abrir a extraños. No ir al bosque" las mismas consignas que, seguramente, la madre les indicaba.
A medida que el tiempo pasa, se multiplican las actitudes intolerantes de los chicos, rebeldías inexplicables ante la figurita mínima que ejerce el poder, la hermana mayor. Pero no le hacen caso por más que quiera imitar a la madre y endurezca la voz y la mirada. Tendrá que hacerse fuerte y autoritaria para que la respeten. Ni siquiera esa Fiesta de Caramelo que propone (inspirada por la casita de la Bruja de "Hansel y Gretel"), tiene el deseado efecto.
LOGRADA ATMOSFERA
Alessia Chiesa logra construir una historia casi mágica, donde la naturaleza asume planos de belleza pero también de amenaza, donde el fuera de campo es el misterio y la pintura de atmósferas se convierte en el mayor hallazgo junto a la increíble actuación de los niños. En ningún momento podemos dudar de esa realidad y de las actitudes de los chicos, tan espontáneas son. Canturreos, rimas antiguas e imágenes que recuerdan filmes como "Nadie sabe" del mismo director o "Todas las noches a las 9" de Jack Clayton.
Un filme de cuidada elegancia formal y donde todos los rubros se dan la mano. "El día que resistía" es la primera película de una interesante directora que crea atmósferas y climax con misterio y delicadeza y que se llevó el premio a la mejor ópera en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.