Un cuento infantil (con todo lo que eso significa) de tres hermanos pequeños sobreviviendo a la ausencia de sus padres, en una trama cada vez más oscura, es El día que resistía, la ópera prima de Alessia Chiesa.
Tres hermanos (dos niñas y un niño pequeños) se quedan solos en la casa familiar. Sus progenitores no están, se han ido como quien sale de apuro, y lo que en un principio resulta un tiempo libre en el que no hay reglas, ni límites y todo es un juego interminable, a medida de que pasan los días se va volviendo más difícil y complicado para la subsistencia y para los roles asumidos.
Cada noche Fan, la mayor, les narra un cuento a Tino y a Claa y pareciera estar relatando la vida que están transitando en esa casona enorme con la habitación vedada de los padres, el bosque próximo y peligroso y la acumulación de vajilla sucia, los alimentos que escasean y los servicios que se cortan.
Cada noche entre ruidos fantasmales y caminatas nocturnas y/o desapariciones de algunos de ellos -que ya no se sabe si son ciertas o soñadas-, el realismo comienza a fundirse entre el terror y el tono de las fábulas infantiles con esos miedos ancestrales de la infancia de la humanidad.
El trabajo con el sonido es de una potencia indudable y de un trabajo destacadísimo creando climas y ambientes y realzando lo que la imagen sugiere.
El desempeño actoral de los tres protagonistas (Lara Rógora, Mateo Baldasso y Mila Marchisio) impresiona porque son sólo ellos toda la película y transmiten con naturalidad los sentimientos por los que transitan sus personajes desde la alegría, la tristeza, el miedo, los enojos y peleas generando una total empatía.