En un terreno que bordea todo el tiempo al género fantástico, El día que resistía cuenta la historia de tres hermanos, Fan, Tino y Claa, que están solo en su casa rodeada por lo que podría ser un bosque. Sus padres no están, se han ido y nada se sabe de ellos al comienzo. Así, los tres niños van jugando, investigando, leyendo, comiendo y durmiendo en una soledad que se va volviendo cada vez más inquietante y sórdida. La película no da respuestas, el registro de los niños no es exactamente documental, pero la naturalidad de muchas de las escenas muestran que se los filmó con la libertad para que sean realmente niños, no niños todo el tiempo actuando. Por momentos la película recuerda a la reciente y contemporánea Vendrán lluvias suaves (2018) de Iván Fund, aunque allí los adultos estaban dormidos, mientras que acá directamente no están.
La acumulación de misterio, la constante referencia a los cuentos de Hadas, en particular con la lectura de Hansel y Gretel, le dan a la película un interés que poco a poco se va apagando, solo las sospechas de algo siniestro y la sensación de deterioro del hogar consiguen los últimos instantes valiosos de la película. Luego la ambigüedad supero ampliamente a la fascinación y la película queda virtualmente en el medio de la nada. No por accidente, claro, sino en una clara intención de la realizadora. El resultado, a diferencia del otro film mencionado, terminando siendo decepcionante.