Dos parejas llegan de noche a unas cabañas, Diablo Blanco. En una zona donde parecen haberse llevado a cabo sacrificios humanos y por un camino de ruta acompañado por cruces y fotos invertidas. Tampoco la gente que los recibe parece muy normal: una abuela que grita la presencia del diablo, una especie de zombie que merodea, un hotelero que clava cuchillos en la tierra para llamar a la lluvia y una chica que aparece asesinada.
Esta ópera prima del actor Ignacio Rogers arranca con una reunión de todos los ingredientes para una receta de terror. En el subgénero chicos imprudentes de excursión. Si el asunto no funciona es quizá, en buena medida, por cierta acumulación de cuestiones inverosímiles, muy poco convincentes, sin que medie desarrollo, tiempo ni agua va. Desde las sectas satánicas de la introducción a los rituales oscuros como las sombras de los bosques que los rodean.