Rituales paganos.
La prueba palpable de que se puede hacer cine de género con un plus artístico en Argentina es el debut en la dirección del actor Ignacio Rogers. En sintonía con algunos otros directores que exploran el terror con un interés en lo local, sin repetir fórmulas o malas copias de películas clase B norteamericanas o de otras latitudes, el mérito en este caso es doble tanto por la historia que cruza la típica película de extraños en un pueblo maldito como con el casting donde se destaca el nivel de cada uno de los intérpretes, permeables a los climas que propone una cuidada puesta en escena.
El Diablo Blanco es la interesante mixtura de elementos genéricos con una impronta local saludable, poco habitual para un cine recién nacido, el de género con voz propia y con ganas de crecer, madurar y encontrar su público.