Sacha Baron Cohen, esta vez, muy poco inspirado
Larry Charles y Sacha Baron Cohen, es decir el equipo de la comedia de culto «Borat», vuelven a practicar su estilo de humor políticamente ultraincorrecto, pero lamentablemente esta vez carecen del formato de seudo documental que en aquel film permitía que las peores guarradas fluyeran de un modo espontáneo, casi natural. En cambio aquí solo hay una trama bastante común y corriente con un dictador árabe reemplazado por un doble (ambos interpretados por Sacha Baron Cohen) para que su tío pueda simular una revolución democrática que le permita hacer negocios petroleros.
Varado en Nueva York sin la barba sagrada que lo caracteriza, el desalmado dictador encuentra el amor y hasta algo parecido a un rasgo de civilización, todo en medio de chistes tremendamente fuertes muchas veces totalmente incoherentes, y no siempre demasiado eficaces, aunque lógicamente es el tipo de comedia llena de gags, y en medio de la avalancha hay algunos que sí son realmente graciosos.
Pero en general en «El dictador» el énfasis está en la incorrección por sí misma, lo que al final no resulta muy sustancioso.
Entre lo precario de la trama y el importante porcentaje de chistes poco inspirados, ni el talento cómico del protagonista ni el sólido elenco, donde por momentos brilla Ben Kingsley (el malísimo tío) ayudan a remontar un film mediano, un poco en la veta de «No te metas con Zohan» pero bastante menos logrado.
La feroz audacia de algunos gags -sin olvidar la referencia al atentado a las torres gemelas- y algunos divertidos cameos de celebridades interpretándose a sí mismas en situaciones terribles serían los únicos motivos para verla, aunque lo más sensato sería esperarla en DVD.