El gran provocador
Sacha Baron Cohen vuelve al cine, con el humor provocador que lo caracteriza, en El dictador (The Dictator, 2012), una comedia irreverente sobre las dictaduras en los países islámicos…y en los Estados Unidos. Hermana gemela de Borat (2006) y Brüno (2009), aunque en esta oportunidad ajustándose a una estructura narrativa más sólida y menos grotesca, la polémica película es fiel al estilo del actor.
El tirano dictador islámico General Almirante Aladeen (Sacha Baron Cohen), viaja a los Estados Unidos para una reunión de las Naciones Unidas, con el fin de explicar la fabricación de armas nucleares en su régimen. Allí será secuestrado y reemplazado por un doble que firmará “la democracia” en su país. Aladeen deambulará por las calles de Norteamérica, imprimiendo su particular estilo de vida, mientras intenta recuperar el poder de su región.
El actor de Borat sigue con su crítica insolente a los Estados Unidos y su particular estilo de vida en un film curiosamente enmarcado dentro de dos géneros que van acordes al estilo “yankie”: la comedia romántica y el viaje iniciático por la tierra de las oportunidades. En esa estructura narrativa se apoyan las innumerables situaciones paródicas que el actor le estampa a la película.
Con esa premisa, el film se ajusta a los parámetros del cine americano para criticarlo desde su interior al subvertir todas sus reglas: el personaje no es un honrado inmigrante de un país tercermundista sino un asesino, violador y déspota islámico, conoce una chica (Anna Faris, una ingenua activista ecológica), consigue un trabajo (que convierte en una empresa mediante su dictatorial mando), y culmina con un brillante discurso final sobre las dictaduras y las democracias (no tan distintas al parecer).
Después de su participación como actor en La invención de Hugo Cabret (Hugo, 2011), Baron Cohen vuelve con un personaje acorde a su estilo. Su Aladeen es fiel a su tono burlón que ya había concebido con -el al menos bizarro- Borat. Luego doblaría la apuesta hasta límites inpensados con Brüno (hecho que motivó la decisión de la distribuidora Sony Pictures de no estrenar la película comercialmente) para volver con El dictador a las salas de cine.
Más medido en sus excesos físicos aunque no en los ideológicos, Baron Cohen regresa al podio en su mejor forma: tan irrespetuoso como polémico y divertido.