Baron Cohen ataca de nuevo
Como si se tratase de una trilogía del delirio, Sacha Baron Cohen se ha dado a conocer mundialmente por su primer film, el más comercialmente conocido y desopilante "Borat" en la que este particular periodista proveniente de Kazajistán mostraba, entre otras cosas su sistema político y elementos de su cultura, particularmente contraponiéndolos y criticando e ironizando contra el estilo de vida norteamericano sin la menor piedad.
Luego, con "Brüno", un film más irregular, pero mucho más osado y desfiando absolutamente todos los limites, se mete con el mundo de la moda y ridiculiza a todo ese ambiente tan lleno de glamour, extravagente, oponiendo toda esa ingenuidad y liviandad que supuestamente habita en el mundo del diseño y de la moda, con la figura de un reportero absolutamente zafado y bizarro.
Ahora, como si quisiera cerrar una trilogía, es el turno de "El Dictador" donde Baron Cohen se mete con el mundo de la política e ironiza en la figura de la República de Wadiya, los diversos regímenes políticos, destrozándolos con su humor impiadoso, poniendo incluso la lupa sobre las democracias y en particular los mayores dardos envenenados caerán sobre el imperio norteamericano más puntualmente.
Como es el estilo de Baron Cohen y sus creaciones para el cine, su guión es sencillo y no tiene demasiadas ambiciones, sino que sirve de vehículo para desplegar un humor completamente delirante, lleno de ironia y cinismo y con criticas brutales a la sociedad que suele mostrarlas "disfrazadas" entre las disparatas desventuras del personaje central.
Tercer trabajo en conjunto con el director Larry Charles (quien es uno de los guionistas de series como "Seinfeld" y "Curb your enthusiasm") la química es evidente y queda ampliamente demostrada con los resultados que están a la vista, cuando el delirio se apodera de la pantalla.
Obviamente hay que encarar un film de estas características entendiendo que el guión es meramente una sucesión de momentos que son hilvanados por una historia muy liviana dado que en ningún caso, en esta "trilogia" el hilo conductor son las grandes historias sino que sencillamente parte de saber hilvanar momentos, sketches y situaciones -obviamente como suele pasar en películas tan fragmentadas o episódicas- algunas mejor logradas que otras.
El balance final de "El Dictador" es una película compacta y que casi en ningún momento baja de su nivel de delirio extremo y de situaciones desopilantes. Sobre todo sigue sorprendiendo que la mayoría de los apuntes críticos den en el blanco sobre el sistema de vida americano, criticándolo impiadosamente,sin pelos en la lengua. Así como lo hace con muchas de sus instituciones y sus figuras políticas y lo interesante es que Baron Cohen sigue tan despreocupadamente haciendo humor y burlándose de cosas a las que sabemos que el público americano suele tenerlas como sacralizadas.
He allí quizás uno de los mayores méritos de la "triologia" en general y de este último opus, "El Dictador" en particular: no parece haber ningún tipo de freno para el delirio de Baron Cohen ni como actor ni como guionista. No tiene empacho en meterse con las Naciones Unidas, con el periodismo, con las minorías sexuales, con la discriminación racial, con diferentes grupos étnicos... e incluso en sus extremos más hilarantes, también ponendo una mirada incisiva a las creencias del mundo diametralmente opuesto con occidente, donde las mujeres no tienen ningún derecho, entre tantas diferencias culturales.
Donde algunos pueden ver bromas de mal gusto, Baron Cohen y su director estrella ven justamente el estilo que más los divierte. Y no tienen ningún miedo de que sus bromas puedan ser tildadas de racistas, homofóbicas o escatológicas, ellos parecen divertirse mientras escriben el guión y las ideas, por más locas o irreverentes que parezcan, aparecen en pantalla tal cual parecen haber sido pergeñadas por estos talentosos de este estilo singular de comedia.
Seguramente no podrá tener medias tintas en cuanto a la aceptación del público. Típico humor en el que uno o bien se siente dentro desde el inicio o se siente completamente afuera sin entender demasiado de qué va la cosa, "El Dictador" como todas las otras creaciones del equipo, no admitirá términos medios.
En este caso repite el esquema en algunos tramos del documental apócrifo que tanto frutos rinde para este tipo de humor -y que ambos manejan a la perfección- y hay inclusive una historia de amor con Anna Faris (a quien vimos en alguna "Scary Movie" o "Smiley Face" o jugando con "Alvin y las Ardillas 3") que le permite justamente al guión desplegar en este rol femenino algunos apuntes sobre los movimientos ecológicos, las fundaciones sin fines de lucro y las minorías sexuales y todo sigue sumando para que el delirio vaya in crescendo.
Si bien Sacha Baron Cohen ya nos ha demostrado en films como "Hugo" de Martin Scorcese o "Sweeney Todd" de Tim Burton que puede componer otros tipos de personajes completamente alejados de este tipo de registro, es sinceramente en el campo de la comedia y específicamente de este tipo de comedias se detonan todo tipo de barreras donde él demuestra y pone en juego absolutamente todo su histrionismo y rinde los mejores dividendos.
Con una mirada completamente sin hipocresías ni medios tonos, "El Dictador" es otra muestra de humor independiente, irreverente, revolucionario, que hace explotar las carcajadas si uno se deja llevar por el juego y por este torbellino de humor "zafado".