Fue la película mimada en la última entrega de los Oscar. Se los llevó casi todos, postergando a algunos favoritos como “Temple de acero” y “El cisne negro”. Film decididamente “british” por su temática, su encuadre y su elenco, se destaca por sus diálogos filosos, y el formidable trabajo de Colin Firth (que obtuvo el Oscar como mejor actor) y el australiano Geoffrey Rush. La película es, ante todo, un duelo de intérpretes en una puesta en escena en la que importan más los personajes que la trama. Inspirada en hechos reales, registra al dramático conflicto de un aspirante a la corona británica, trabado por su tartamudez a la hora de hablarle a su pueblo. Decidido a superar ese impedimento a cualquier precio, se pone en manos de un especialista y mantiene con el recién llegado una relación de odios y afectos, hasta conseguir superar esa limitación que arrastra desde la infancia. Así, Jorge VI arribará al trono tras superar una dura y secreta batalla personal. El tema del triunfo de la voluntad es uno de los favoritos de Hollywood a la hora de los premios de la Academia.