Debo reconocer que a priori, tenía una sana y curiosa expectativa con esta producción francesa. Cara, con muchísimo trabajo de arte, vestuario y fotografía, y con una historia ya recreada en varias oportunidades en el cine: la vida de François Vidocq, un criminal de alto vuelo parisino que, irónicamente, sería uno de los creadores de la lógica de infilitración en grupos delictivos organizados.
Del otro lado de la ley, por supuesto. El recorrido que Jean-François Richet (quien está detrás de las cámaras) nos propone, es bastante cercano a un thriller casi de acción, urbano, violento y directo.
Para eso, hay que reconocerle que tenía una lista corta de nombres si ese era el perfil buscado por el protagonista. Se ve que los productores no dudaron demasiado al proponerle a Vincent Cassel un rol así. Sin dudas, era el actor a jugarse en esta piel de Vidocq, un hombre que hizo (aparentemente) de la ética y su capacidad de adaptación, un lema de vida, bastante particular.
Cassel tiene esa impronta hosca, potente, incómoda y le va bien a este personaje, sin dudas. En "L'Empereur de Paris" la propuesta será, impactar, de principio a fin. Muchos recursos puestos a enmarcar la acción dentro de un contexto histórico bien delineado y al que el espectador accede rápidamente: Vidocq inicia su recorrido escapando de un barco en el que se encontraba encadenado (cae en alta mar). Pero al poco tiempo lo tenemos reiniciando una actividad nueva, como vendedor textil, sin sospechar que pronto vendrían por él.
El plan fracasa y nuevamente la policía lo captura. Es ahí cuando, ante la probabilidad cercana de ir a parar a prisión, el hombre decide ofrecer su vasto conocimiento del bajo mundo y hasta se ofrece para infiltrarse en la mafia e identificar y capturar criminales.
Nada que sorprenda (hoy en día vemos que es muy frecuente), pero en tiempos napoleónicos, y con una fuerza policíaca con poca idea, lo que hace Vidocq es audaz: se pasa de bando, literalmente, y comienza una tarea de captura de delincuentes, que va siendo estructurada primero con casos aislados y luego como producto de un equipo que se integra especialmente para lidiar con esta problemática, sentando las bases de lo que en la actualidad serían las unidades especiales que vemos en todas las series y películas americanas...
En lo personal, siento que Richet no ofrece nada demasiado original. Instala a Cassel, que es un actor con gran presencia física, y lo sumerge en escenas fuertes, donde la sangre brota quizás, un poco más de la cuenta. Sí, está bien. Esta vez Vidocq tiene intereses amorosos (Annette, jugada por Freya Mayor) y políticos (Roxanne de Giverny vía Olga Kurylenko) y eso busca ofrecer enriquecer en un flanco donde la personalidad del protagónico no es del todo empática...
"L'Empereur de Paris" es una propuesta cuyo envase es lujoso (los rubros técnicos, impecables, ver las reconstrucciones digitales de algunos escenarios, como la construcción del Arco del Triunfo en esa época es genial) pero no logra hacer vibrar al espectador fuera de las escenas de acción.
Lo sacude en la butaca, por el ritmo trepidante que posee en su trama policial, o lo atrae por la lograda reconstrucción de la Ciudad Luz, pero no mucho más. Se siente que hay un campo a recorrer (el del conocimiento profundo de la cada personaje), que es dejado de lado y sintetizado a algunos trazos, sin desviar la dirección del guión.
Hay que decir también, que Cassel hace lo que siempre esperamos de él, confirmando que es un gran intérprete. Nunca le pedimos sutilezas y aquí cumple como casi siempre. El resto del cast se lo siente un par de escalones abajo, tal vez por no igualar la intensidad dramática y voraz del protagonista absoluto de la historia.
Recorrido lineal, personajes con pocos matices, intrigas palaciegas de previsible resolución... Insistimos, la fuerza la da Cassel. Y el hombre siempre la da en exceso. Intensa, discutible, despareja, pero con valores que justifican su visión.