El Encanto de cierto cine
Que puede deparar un filme que suma en escenas bellísimas, gatos, tabletas de chocolate, peces domésticos, libros y más libros, comida japonesa, el placer del té, los incontables dibujos en primer plano que realiza la pequeña protagonista y mezcla cada tanto los cotilleos y molestias de ser filmados de una familia burguesa e insufrible, también la de la chica de 11 años.
Paloma es una especie de monstruito inteligente, bello, pícaro, que ve pasar sus dias con desgano de ser parte de una familia acomodada donde sobresale la neurosís de cierta clase social, y que tiene muy claro que al cumplir 12 años se ha de suicidar. Por ello toma una olvidada cámara de video y comienza a registrar todo aquello que desea. Un mundo que pasa por una gran casa de departamentos parisinos, donde habita una casi insignificante mujer que trabaja allí de portera y que en el huir de su familia aburrida, la niña hallará refugio de compartir cosas.
Esta significativa sra. viuda que interpreta la gran Josiane Balasko, pasa su tiempo libre leyendo como para cubrir era falta de educación que detecta, Paloma es casi pronto una cómplice.
Pero a poco aparece un nuevo vecino, un tercer y notable personaje, el sr viudo japonés, incomparable ser amable que provoca en ambas un claro sentido de la vida en charlas y encuentros. La directora Mona Achache brinda una historia llena de significado humano, de pequeños momentos únicos y maravillosos, algo que cierto público agradecerá, un ida y vuelta de la vida, de la marcada soledad en la cual habitamos aun que a veces estemos muy acompañados. Un cine distinto, gratificante, tan conmovedor como necesario.