El desencanto
Ezequiel Tronconi y Juan Sasiaín intercambian roles en El encanto (2020), drama romántico protagonizado y dirigido a dos manos por el actor de Astrogauchos (2019) y el director de Choele (2013), quién también interpreta al amigo del personaje principal.
Se trata de la clásica historia de la pareja perfecta -porque se aman, porque su relación está consolidada- que entra en crisis al querer ella tener un hijo y él no. Lo que sigue es una sucesión de lugares comunes cargada de clichés propios de este tipo de relatos.
Bruno (Ezequiel Tronconi) y Juliana (excelente Mónica Antonópulos, lo mejor de la película) mantienen una pareja estable. Ella es famosa y él tiene una tienda de vinos con una joven y bella empleada (Yamila Saud). Ella quiere ser madre y él no se anima a la paternidad. La crisis de la pareja no tarda en llegar.
Como es habitual en este tipo de películas, Bruno empieza el derrotero existencial abrazándose a comportamientos inmaduros: tiene un affaire con su empleada, asiste a fiestas adolescentes con su amigo, se reencuentra con su rol de hijo al dialogar con su canchero padre (Boy Olmi), vuelve a tocar la guitarra y escucha a la madre de su joven empleada (Andrea Frigerio) despotricar contra la maternidad.
El problema de El encanto no reside en caminar por territorio conocido, podría hacerlo de manera fluida y funcional a través de una propuesta simpática y sin pretensiones. Pero el film elige exacerbar los momentos cargados de sentimentalismos, transitando por previsibles escenas dramáticas que paradójicamente, cuanto más profundas se suponen, más superficiales se presentan. Un ejemplo de esto son los elementos cursis (el oso de peluche, la cajita musical), utilizados para subrayar emociones.
Una película con buenas intenciones en el abordaje de un tema universal como lo es la paternidad, y los miedos e inseguridades que trae consigo, que no consigue distanciarse de la larga lista de películas con temática similar.